Como ya decía el filósofo griego Heráclito, el tiempo huye y se desliza como el agua del río en su cauce de forma que no es posible bañarse dos veces en el mismo río. (O eso creía él antes de que se inventaran los diques y los embalses).
Y así hemos llegado a este 2011, inicio de una nueva década y preludio,-si hemos de creer a los mayas-, del año del fin del mundo que, como todo el mundo ha escuchado, es el año que viene.
No es de extrañar que demos crédito a cualquier historia apocalíptica, ya que el estado del mundo nos conduce no solo a la melancolía, sino a la franca desesperanza.
La revista National Geographic dedica su último número a la cuestión de la súper-población, y nos dice que nos acercamos a los siete mil millones de seres humanos, (en España casi 47 millones, es decir la mayor población de nuestra historia).
Sobre esta ingente masa de personas gravita la cuestión de la creciente escasez de recursos, que se agrava según nacen mas niños, especialmente en las zonas sub-desarrolladas.
Occidente está en plena regresión, atenazado por la nueva religión eco-feminista, o buenista-igualitaria, y por la insensatez de unas elites dedicadas a fabricar dinero de forma estrepitosa eliminando de paso los restos del estado de bienestar que se construyó después de la guerra mundial.
El mundo islámico está en ebullición, (ayer mismo otra bomba en una iglesia en la ciudad egipcia de Alejandría mató a 21 personas), y crece su odio a Occidente a quien consideran causante de todos sus males.
China pisa el acelerador de su crecimiento enviando a la atmósfera toneladas de CO2, y situando el petroleo a 96 dólares el barril en plena crisis. (Cuando las economías occidentales empiecen a recuperarse, ¿a cuanto se pondrá?.
Las tecnologías de la Información han alcanzado la parte alta de su ciclo de desarrollo y comienza su declive, o si se quiere su decadencia, y no se percibe la llegada de un nuevo ciclo creativo que pueda levantar la economía, ni en la genética, ni en la nanotecnología, ni en las ciencias del conocimiento.
El clima y la metereología dan síntomas de enloquecimiento, con nevadas gigantes, inundaciones masivas o sequías abrumadoras.
Las últimas áreas vírgenes caen víctimas de la presión poblacional.
Los océanos se degradan y los polos se derriten.
Y en definitiva nadie sabe que hacer.
Los políticos solo saben seguir los impulsos de las masas, y las masas los impulsos de su satisfacción inmediata.
Los pensadores de nuestro tiempo, que estoy seguro que alguno habrá, están sepultados por la ineficiencia de un sistema educativo dedicado a amansar a las juventudes, y de un sistema de comunicación basado en el belenestebismo.
Con todo esto, ¿a quien se le puede pedir optimismo de cara a 2011?
Pues bien, yo me lo voy a permitir, siguiendo el viejo dicho romano "carpe diem", o sea aprovecha tu tiempo.
Aprovechad vuestro tiempo aunque caigan chuzos de punta.
¿Y si los mayas tienen razón?
sábado, 1 de enero de 2011
Y ya estamos en 2011...
Publicado por Antonio Cordón a las 11:10
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