jueves, 24 de febrero de 2011

Las revueltas musulmanas

Ayer por la noche según volvía de Bruselas puse la radio en el coche y salió una tertulia de progres, era la Ser, hablando de Libia y de lo mal que se sentían ellos por lo que estaba pasando y por la apatía que ellos veían en la sociedad española, en los políticos europeos y en los españoles en particular, que no nos movilizábamos ni salíamos a la calle a protestar ante semejantes atropellos.

Como no pude llamarles para decirles lo que pensaba, me desahogo aquí en el blog.

Lo primero que se me viene a la cabeza al ver esta oleada de revueltas populares es que en realidad no sabemos lo que estamos viendo.

De lo que pasa al otro lado del estrecho sabemos mucho menos que de lo que pasa en el Tibet o en Australia. Nos separan apenas una docena de kilómetros pero es como si nos separasen murallas y océanos.

¿Que sabemos de la política libia? ¿y de la egipcia? ¿y de la tunecina?

¿Que sabemos de los que se manifiestan?

¿Que sabemos de los que se contra-manifiestan?

La respuesta es: nada.

A mi que algo he leído sobre el final del imperio otomano, o el final del colonialismo en la zona me sorprende que nunca oigamos a los que hablan del tema en los medios de los acuerdos Sykes-Piccot, o incluso de las guerras hispano-marroquies, (tan cercanas en realidad), o incluso del conflicto entre sunnies y chiies, o del petróleo, o del islam en general.

Para ellos solo existen unos hechos, unas apariencias, y sobre las causas y las realidades que subyacen a esos hechos, nada de nada.

Aparte de la profunda ignorancia que padecen nuestros periodistas, y que cualquiera que siga medios británicos o incluso franceses puede comprobar con facilidad, está esa cultura de la sentimentalidad que afecta a nuestra "inteligencia" nacional, y que quiere a toda costa que la acción de los poderes reales se dedique a la atención a los necesitados y no a la defensa de las cuestiones estratégicas.

Aquí queremos que el ejército se dedique a salvar a niños y mujeres en peligro. No a defender nuestras fronteras, o a perseguir a nuestros enemigos. Claro que según esa filosofía, nosotros no tenemos enemigos. Hoy mismo la ministra de defensa ante la muerte accidental de cinco soldados profesionales ha repetido que se preparaban para ir a Líbano a "salvar vidas".

Pero que tenemos, ¿ejército o Cruz Roja?

En las revueltas árabes, o mejor dicho musulmanas, no sabemos quienes son los buenos ni quienes son los malos.

Queremos creer que los rebeldes son los buenos, pero ¿lo son?

¿Son los mismos buenos en Libia y en Barheim? ¿En el Rif y en El Cairo?

Ni los mas buenistas tienen claro si esos barbudos que tiran piedras no serán en realidad yihadistas.

Y los políticos de la UE a lo que están es a:

Que el flujo de petróleo y gas natural se mantenga.

Que no se produzca una oleada masiva de refugiados.

Que no se desate una ofensiva terrorista en nuestras ciudades.

Que no mueran ciudadanos de la UE en las revueltas.

Es muy egoista, pero a mi ya me costó el pasado lunes setenta euros llenar el depósito, y me gustan, (lo confieso), el agua caliente y la calefacción.

También me gusta el orden público y que pueda salir a la calle sin que me atraque un refugiado hambriento. (Lo siento, soy un burgués).

No pintamos nada en las revueltas musulmanas.

Son contracciones de un mundo que no ha sabido adaptarse a la modernidad.

Un mundo en el que la infinita riqueza del petróleo se ha utilizado para la orgía y la arquitectura descomunal.

Un mundo en el que la demografía se ha desarrollado de forma absolutamente criminal.

Un mundo con una religión omnipresente y tremendamente peligrosa.

Un mundo del que tenemos que protegernos y defendernos.

Un mundo con el que tenemos que convivir y negociar...

Cuando sepamos con quien.

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