lunes, 16 de enero de 2012

Fraga y la modernidad

Hay que remontarse a los sesenta para comenzar a ver los efectos de Manuel Fraga en la vida española y para asimilar la capacidad de meterse en charcos de un hombre que siempre se creyó por encima de los demás, (seguramente lo estaba), y que se pensaba predestinado a grandes empresas, (a las que no accedió finalmente).

En efecto, aunque creyó que el sería la persona que lideraría la salida de la dictadura, al final fué Adolfo Suarez, de quien pensaba que era un petimetre sin formación, y aunque a el le hubiese gustado situar a España en Europa y en la OTAN, eso lo hizo Felipe Gonzalez, (a quien aprendió a respetar).

Pero si que hizo algo relevante para la historia del periodismo español que fué la llamada Ley Fraga, o Ley de Prensa de 1966, que acabó con la censura previa, es decir con la obligación que tenían los editores de "enseñar" cada día sus contenidos a los censores del Ministerio de Gobernación, para que este autorizase la publicación y distribución.

Hasta esa fecha en muchas ocasiones aparecían los periodicos con "huecos", en los que había habido alguna información inconveniente, y que no era autorizada.

No hay que pensar que nadie se atreviera a criticar abiertamente al régimen, al dictador o a ninguna de sus actuaciones.

Eran en la mayor parte de las veces "interpretaciones" de alguna palabra o frase, "que pudiese interpretarse como una crítica".

Aquello llevaba a situaciones chuscas y ridículas, y considerando que el país estaba suficientemente "pacificado", y después de un ministro de información particularmente reaccionario y torpe, Arias Salgado, Manuel Fraga fué llamado a arreglar aquella situación que comenzaba a ser embarazosa para un régimen que aspiraba a ser homologado en el mundo democrático.

La Ley Fraga cambió la censura por la autocensura, toda vez que desplazaba la responsabilidad de lo publicado desde los censores hasta la propiedad de los medios, a los que se amenazaba con los llamados "secuestros de edición", multas y penas de carcel, y el cierre definitivo del medio.

Como sería la cosa que la pelea se entabló entre el ministerio de Fraga y los editores del Opus Dei que fueron los que se atrevieron a levantar un poco la mano.

El resultado final fué la apertura limitada, pero a costa de episodios como el cierre del diario vespertino "Madrid" que se convirtió en los pocos meses en que se lo permitieron las autoridades, en el faro de los que comenzábamos a desear vivir en otra situación o en otro país.

El diario "Madrid" no solo fué cerrado, (después de varios secuestros, es decir retirada de la edición de los quioscos), sino que su sede fué dinamitada.

Así era el régimen.

Pero es verdad que una vez que se abre una grieta en un dique como el de la dictadura ya no hay quien pare el agua, y por eso recordamos la Ley Fraga como la primera grieta en aquella pared granítica que parecía mas firme que la muralla china hasta ese momento.

Sin proponérselo, Fraga fué además el gran impulsor del cambio social en España, al ser quien alentó el gran desarrollo de la industria turística, (creó la cadena de Paradores), y la llegada masiva de extranjeros.

El choque cultural entre nativos y turistas hizo mas por la democracia española, (y por el cine patrio con películas como las de Berlanga, que era un antiguo divisionario azul), que toda la acción de la diminuta oposición.

Después Fraga tuvo varias "re-encarnaciones", primero como demócrata "inglés", después como despiadado represor en su época de ministro del interior, líder de la extrema derecha en AP, padre de la derecha moderada con el PP, líder autonómico gallego, padre de la Constitución, senador, etc.

Lo mismo le recordamos con la chaqueta blanca de los jerarcas del partido fascista, que con bombín y paraguas en Londres, que arremangado en plan campesino gallego.

No era ninguna de esas cosas.

Solo un hombre que quería ser centro de la acción y que a ello sacrificaba hasta el decoro.

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