viernes, 20 de enero de 2012

¡Pues vaya...!

Podía comenzar este comentario diciendo algo así como que nunca antes en la historia, una industria había conseguido una alteración tal de las reglas del juego, como la de los contenidos.

Pero no es así.

Estados Unidos tiene una larga historia de intervenciones militares y políticas a petición de industrias, a veces tan aparentemente inocuas como la de las frutas en lata, en cuyo nombre se invadió Nicaragua y se procedió de paso a "limpiar" el país de "comunistas".

Para que hablar del imperio Británico, las guerras del opio o las del algodón egipcio.

La historia de la economía mundial esta llena de ejemplos de "libre comercio", que muestran en cada caso, donde está el poder del momento.

Y ahora, la industria de los contenidos tiene mucho poder.

El suficiente como para que el FBI "invada" Nueva Zelanda y detenga, en la apacible ciudad de Auckland, a los responsables, (ninguno americano por cierto), de una empresa gestora de descargas, denunciada en el estado de Virginia por la Universal-Vivendi.

¿Que viene a continuación?

¿La invasión por los marines de cualquier nacióncilla en la que se hospeden los malvados descargadores?

¿Y si esos descargadores están en China o en Irán?

¿Les tirarán la bomba atómica?

¿A donde llevan las leyes SOPA y PIPA?

¿A establecer un estado de terror universal controlado por el Gran Hermano de las majors?

¿De verdad que los intereses de unas compañías que se han negado a modernizar sus prácticas comerciales merecen ese despliegue?

Es como si para proteger a los joyeros, cuya situación es realmente dramática en la comunidad de Madrid, se hiciesen controles policiales en todos los domicilios, se hiciese que la gente fuese cacheada indiscriminadamente, se interviniese toda la correspondencia y las llamadas telefónicas, y finalmente se metiese en la carcel al azar a un porcentaje de los viandantes que pasan cerca de una joyería.

Para proteger a una industria o un gremio, por muy respetable que sea, no se puede criminalizar a toda la población, (como se hace en los aeropuertos por cierto), ni se puede desbaratar el modo de vida democrático.

Como sigamos por esta via, nos encontraremos pronto como en materia de drogas, es decir con una industria en manos de la mafia, unas fuerzas represivas de dimensiones extraordinarias metiendose en nuestra vida, y unas acciones que eran inocuas en el ámbito de lo privado, convertidas en prácticas criminales y en espirales de destrucción para millones de personas.

Me gustaría creer que alguien reflexionará antes de que eso ocurra, pero los intereses son tan grandes, y los interesados tan poderosos, que pronto podemos vernos con cárceles llenas de internautas y cárteles de los "downloads".

Al tiempo.

2 comentarios:

El Abuelo dijo...

Parece la aplicación de la ley desde la pura arbritariedad. Años de alojar archivos con contenido con derechos de autor, y sólo ahora se les ocurre intervenir en Megaupload, y sin que hayan considerado necesario detener las mismas actividades de Rapidshare, fileserve, etc. Parece que empezó a cabrearles que el gordito hiciera tanta ostentación de su riqueza.

Antonio Cordón dijo...

El gordito y su mala imagen son las claves.