jueves, 7 de junio de 2012

Comienzan a remojarse las barbas

¡Como estarán las cosas que hasta los póliticos comienzan a aplicarse EREs, o mejor dicho comienzan a hablar de ello!

La "iniciativa" de Esperanza Aguirre de limitar el número de "diputados" regionales a la mitad, es la primera olita de lo que terminará por ser un maremoto, porque en España, y en la edad digital, mantener a todos estos cientos, miles de "diputados", cuya única misión es preparar leyes, no solo es inutil: es francamente contraproducente.

Como se está demostrando en Estados Unidos, es posible abrir la preparación de proyectos de ley a los ciudadanos a través de webs preparadas al efecto, y eso no significa que la redacción final no la hagan los servicios jurídicos competentes, (que es exactamente lo que sucede ahora), sino que la participación de los políticos puede ser reducida a lo mínimo.

Por otra parte menos diputados significa menos proyectos de ley, lo que evitaría toda esa ensalada de leyes locales que está haciendo la vida de las empresas tan dificil en nuestro país.

Y es que estamos ya en el tercer milenio, pero en las plataformas políticas seguimos en el siglo XIX, y las discusiones parlamentarias son un remedo grotesco y ridículo, de los debates en aquellas cortes de Cadiz o en la misma Asamblea francesa revolucionaria.

Discuten nuestros políticos como si se estuviese discutiendo sobre distintos modelos de sociedad, cuando en realidad hoy los debates deberían discurrir sobre las cuestiones que de verdad importan.

Lo malo es que los políticos carecen de conocimiento para tratar esos temas: la economía, el cambio climático, el problema energético, o la integración de las TIC en todos los procesos administrativos y asistenciales.

La asamblea de las ciudades griegas estaba formada por la gente mejor formada.

Los parlamentos regionales los componen los mas tontos de los partidos.

¿Así que, por que mantenerlos?

Si no hacen mas que molestar y gastar, lo mejor es prescindir de ellos.

El sistema de partidos tal como está no puede funcionar, y sobre todo no ha asumido las consecuencias de la revolución digital excepto en lo que se refiere a las campañas electorales.

Queremos seguir en el siglo XIX y eso no es posible.

Necesitamos menos políticos y mejor preparados. Necesitamos que se abra el proceso político a los ciudadanos a través los nuevos medios de comunicación y participación.

Necesitamos imponer en la política lo que ya se impuso en la empresa privada, es decir lo que se llama "accountability", que no es otra cosa que responder de lo que cada uno hace o deja de hacer.

Cada uno y no de forma colegiada como se hace ahora.

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