Esta entrada tenía que haber sido escrita ayer pero la pereza pudo mas que mi voluntad, y mi adiós a Divar, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo del Poder Judicial, se quedó en un acto frustrado.
Pero quería glosar a este personaje que también representa a esas castas de superfuncionarios españoles que consideran, desde hace siglos, que pueden hacer lo que les de la real gana, y que se aprovechan de dos cosas.
Primero de la inmadurez democrática de los españoles, que somos extremadamente tolerantes a las corruptelas, e incapaces de entender que el dinero público es NUESTRO.
En segundo lugar las leyes y normas que rigen a estos cuerpos de privilegiados, que son sencillamente feudales, y otorgan a una serie de personas condiciones de vida que son absolutamente incompatibles con la democracia, la decencia y el sentido del pudor.
Porque cuando Divar se va diciendo que no ha cometido ninguna irregularidad, está diciendo una verdad como un templo.
Efectivamente, a el la ley y los reglamentos de otorgaban el poder de disposición de dinero público, o sea, NUESTRO, para irse de fines de semana caribeños, para cenar y comer en restaurantes de lujo, para vivir en casas que con sus sueldos no podrían pagarse, y para vivir por encima de todos los demás ciudadanos y considerarse superiores por derecho del cargo que ocupan.
Todos estos señores, y señoras, no comprenden que viven de NUESTRO dinero, y que están a NUESTRO servicio.
Y que por tanto tienen que responder de lo que hacen y de como lo hacen.
Uno de los mayores males de nuestro desgraciado país son los cargos vitalicios, que deberían desaparecer ya.
¡Pero ya mismo!
sábado, 23 de junio de 2012
El adios de Divar
Publicado por Antonio Cordón a las 13:13
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario