miércoles, 20 de junio de 2012

A la basura

La basura siempre ha generado grandes negocios. De hecho es el negocio de Tony Soprano, al que tiene que acudir de vez en cuando para guardar las apariencias.

Cuando yo era pequeño, como no existían ni bolsas de plástico ni contenedores grises o amarillos, ni camiones con mecanismos recogedores, lo que pasaba por las calles eran primero carros tirados por mulas y luego camiones depauperados en los que iban subidos unos individuos que te recogían el cubo y lo volocaban sin mas en el carro o camión.

Ambos iban abiertos y la llegada del basurero era precedida por un olor nauseabundo que no daba lugar a dudas sobre la penalidad del oficio.

Pero luego algún alcalde espabilao pensó que en vez de que los pobres entre los pobres se beneficiasen de la basura, habría alguien que podría convertirlo en un negocio.

¡Y vaya si lo hizo Don Enrique Koplowich!

Sus hijas son multimillonarias gracias a la basura de los madrileños, un ejemplo mas de como son los emprendedores españoles, y como se gestan los imperios empresariales. ¿I+D? Vaya gilipollez. Donde esté una buena concesión administrativa que se quite la innovación.

Ahora Doña Ana Botella, quiere que volvamos a los olores de la putrefacción limitando la recogida a días alternos.

Por otra parte los batasunos han creado un ingenioso sistema según el cual cada día se recogen los desechos de una clase, orgánicos, envases, plásticos, etc.

Como hay varias categorías, el resto ha de conservarse en casa con el consiguiente tufillo.

Como son los etarras los autores de la gran idea, los vecinos de las localidades afectadas dicen cuando les preguntan, que les parece muy bien y muy acertado. (Mas vale apestado que muerto).

El caso es que nada parece mas propio que España vuelva a oler a basura podrida como en los cincuenta.

Creo que Doña Ana Botella, que ya nos ha llenado las calles de mendigos, da un paso mas en esa dirección.

Se me ocurrren otros: limitar el alumbrado público a los barrios bien de la capital, prohibir el uso privado de automovil a todo aquel que no tenga unas rentas suficientes. Limitar el uso del agua caliente para que volvamos a la ducha semanal, y recomendar no cambiarse de camisa todos los días, sino solo una vez por semana.

De todas estas formas combinadas podríamos tener una poderosa imagen del mundo tercermundista en que podemos acabar si no se dejan de tontunas los alemanes y tambien nuestro queridos politiquillos.  

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