domingo, 17 de febrero de 2008

Vuelta a la cruda realidad

Por fin, después de una semana interminable, como fue la pasada, me vuelvo a sumergir en La Jungla, que ya le tenía yo ganas. Películas montruosas a horas intempestivas, ocasiones especiales y mucho curro, me bloquearon la entrada a la escritura.

Y de todas las cosas que ocurrieron la semana pasada me voy a centrar en la que más miedo/indignación/desconcierto me provoca: UK también presentó una proposición de ley para perseguir a los internautas que utilizen las redes P2P.

Igual que se propuso en Francia, las operadoras de Internet habrán de vigilar los bits que circulan a través de sus redes, entrar en la privacidad de sus usuarios, y reportar cualquier uso de programas tipo eMule o BitTorrent que estops pudiesen hacer.

Y me parece una cosa chunga porque ya no es sólo un tema aislado de un solo país como Francia. Ahora ya son 2, y puede ser el comienzo de una (grave) iniciativa a nivel europeo. Está visto que el poder (la ambición) de las discográficas no conoce las fronteras.

Afortunadamente aún queda cordura en las islas británicas y las ISP's (las operadoras, vaya) se han negado a hacer de policías. Supongo que los motivos para tal rechazo serán muchos salvo altruistas. La realidad es que si tal persecución, digna de la más severa policía, tiene lugar, muchos usuarios dejarían de demandar altas velocidades en las conexiones a Internet. Si ya de por sí es difícil convencer al consumidor de que se gaste más dinero en más megas, ahora será aún más complicado.

La verdad es que este tema de la vigilancia empieza a cansar, y cada vez se parece más a ese futuro dictatorial, donde la cultura esta restringida, que tantas películas y libros predicen. Y todo porque el dinero es el verdadero poder en nuestros días, el maestro de marioneta que mueve los engranajes de nuestra sociedad, y las discográficas tienen mucho de ello.

Este tema me recuerda otros dos sucesos de la semana pasada. Por un lado salió a la luz una estadística que muestra cómo casi el 50% de las descargas a través de programas P2P son programas de televisión, siendo sólo aproximadamente un 20% la música y otro 20% las películas. ¿Por qué no se oye protestar a la industria de la televisión? ¿Cómo es que están sabiendo aprovechar este fenómeno para causar más expectación y atención, para lograr más seguidores, para crear fidelidad a la serie durante épocas de no emisión, para testear el mercado con un capítulo piloto? Ellos han sabido reaccionar al nuevo contexto y están utilizando su inercia para coger velocidad en su carrera. A la música le está costando extraordiariamente.


El segundo suceso de la semana pasada relacionado con las guerras de la música es el cese de la producción de los cartuchos de las cámaras Polaroid. Adiós a uno de los grandes inventos de la década de los '90. Y adiós a toda su industria. ¿Se ha visto a la gente de Polaroid pidiendo cánones protectores o trabas a las nuevas tecnologías?

Si la neutralidad de la red se pone en duda, vamos mal. Si la compartición de archivos se pone en tela de juicio, vamos mal. Si se va a vigilar el uso que se hace de Internet, vamos mal. Si no se va a escuchar lo que los consumidores demandan sino que se va a imponer lo que las empresas ofertan, vamos mal. Si las cosas siguen como están, vamos mal. Y no sé por qué me da que en breve España tratará de unirse a la moda de perseguir a los usuarios del P2P.

1 comentario:

Antonio Cordón dijo...

La industria de los contenidos tiene derecho a defenderse de la plaga de la pirateria.

Una plaga que comienza, no lo olvidemos desde los propios circuitos de distribución de películas y música, y que se después se extiende como una mancha de aceite por todo el mundo.

Creo que merece la pena leer el discurso de Sarkozy al presentar el acuerdo entre la industria de contenidos francesa y las compañías operadoras e ISP´s.

En ese discurso se reconoce que no se puede perseguir a toda la juventud francesa, pero tampoco se puede permitir que la industria cultural francesa se arruine.

Creo que estamos llegando al momento de buscar fórmulas de acuerdo que tengan en cuenta todos los puntos de vista.

Seguramente todavía no estamos maduros, pero estamos llegando.

Y efectivamente en España también.