La descarga de archivos sin ánimo de lucro es legal en España. Repito, es España. En los países que nos rodean en Europa este tema se gestiona de distinta manera, aunque alcanzan los mismos resultados al intentar vigilar a los usuarios: nulo.
Por ello en grandes países como Francia o Reino Unido se han lanzado iniciativas para establecer algún tipo de control que funcione. Un control que normalmente pasa por encargar a las operadoras que vigilen los datos que circulan por sus redes, levantando cuestiones morales ocasionadas por el hecho de que una empresa privada vaya a vigilar la información que el pueblo transmite adoptando el rol de policía de Internet. Además, este tipo de actuación pone en manifiesto peligro la neutralidad de la Red, tan importante como frágil.
No obstante, todo aquel con un cierto conocimiento de Internet sabe que este tipo de controles son inútiles. Un simple cifrado de los datos escapa totalmente de este mecanismo, así que no es más que otra pequeña barrera a saltar. Parece en las altas esferas nadie se ha parado a pensar que por muchas dificultades que pongan a los internautas, si no ofrecen una mejor alternativa, la compartición de archivos será la opción elegida. De hecho, sospecho que en las altas esferas nadie se ha parado a pensar, y punto.
Lo que realmente me preocupa es el ambiente de contenida alegría que existe en España, congratulándonos en el hecho de que aquí no se estén tomando este tipo de medidas. Parece que en nuestro país os que mandan ven y entienden Internet de otra forma y, sinceramente, no creo que sea así. Lo que creo es que vamos retrasados con respecto al resto de Europa. Que cuando Francia y Reino Unido entiendan la futilidad de estas barreras y cambien el panorama de propiedad intelectual, nosotros estaremos empezando a ser vigilados por Telefónica y sus colegas.
Tan lamentable como cierto, no es que hayamos saltado hacia adelante, es que vamos varias zancadas por detrás.
Por ello en grandes países como Francia o Reino Unido se han lanzado iniciativas para establecer algún tipo de control que funcione. Un control que normalmente pasa por encargar a las operadoras que vigilen los datos que circulan por sus redes, levantando cuestiones morales ocasionadas por el hecho de que una empresa privada vaya a vigilar la información que el pueblo transmite adoptando el rol de policía de Internet. Además, este tipo de actuación pone en manifiesto peligro la neutralidad de la Red, tan importante como frágil.
No obstante, todo aquel con un cierto conocimiento de Internet sabe que este tipo de controles son inútiles. Un simple cifrado de los datos escapa totalmente de este mecanismo, así que no es más que otra pequeña barrera a saltar. Parece en las altas esferas nadie se ha parado a pensar que por muchas dificultades que pongan a los internautas, si no ofrecen una mejor alternativa, la compartición de archivos será la opción elegida. De hecho, sospecho que en las altas esferas nadie se ha parado a pensar, y punto.
Lo que realmente me preocupa es el ambiente de contenida alegría que existe en España, congratulándonos en el hecho de que aquí no se estén tomando este tipo de medidas. Parece que en nuestro país os que mandan ven y entienden Internet de otra forma y, sinceramente, no creo que sea así. Lo que creo es que vamos retrasados con respecto al resto de Europa. Que cuando Francia y Reino Unido entiendan la futilidad de estas barreras y cambien el panorama de propiedad intelectual, nosotros estaremos empezando a ser vigilados por Telefónica y sus colegas.
Tan lamentable como cierto, no es que hayamos saltado hacia adelante, es que vamos varias zancadas por detrás.
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