domingo, 20 de septiembre de 2009

Cambio climático

Volvía con mi compañero de la comisión ejecutiva de Digital Europe por las calles de Bruselas, todavía bajo los efectos que nos había producido la conversación que durante la cena habíamos mantenido con Karl Falkenberg, Director General de Medioambiente de la Comisión Europea.

Markus, que es uno de los principales ejecutivos de la compañía de satélites de comunicaciones Astra, no es precisamente el típico "verde" barbado y vegetariano, como tampoco lo es el sr. Falkenberg, un tipo mucho mas cosmopolita y suave que lo que su origen germano podría haber hecho esperar.

Pero el ánimo de la cena que al principio había sido alegre y un poco festivo, como corresponde a la vuelta de vacaciones, se había ido ensombreciendo a medida que habíamos entrado en materia del cambio climático y en lo que podemos hacer para evitarlo.

Falkenberg, un experto en negociaciones internacionales ve con pesimismo las posibilidades de avanzar en un descenso efectivo de nuestras emisiones de CO2, debido a varios factores.

En primer lugar, que los países occidentales hacen trampas comprando cuotas de vertidos a los países emergentes.

En segundo lugar, que los países del BRIC, o sea Brasil, India, China y Rusia, o sea mas de dos tercios de la humanidad, no están dispuestos ni a pagar la factura (dicen que somos nosotros los que hemos causado el problema y por lo tanto quienes debemos resolverlo) ni a disminuir su ritmo de crecimiento, (lo que sería políticamente imposible).

En tercer lugar, porque no nos ponemos de acuerdo en que tecnologías hay que usar para paliar el asunto, si son las de almacenar el CO2, o la de destruirlo, con lo que vamos despacio y en desacuerdo.

Y en cuarto y definitivo lugar, porque la humanidad sigue creciendo a ritmo desbocado. Y si multiplicamos mas consumidores por mayor capacidad de consumo no sólo tendremos problemas con el CO2, sino con casi todas las materias primas comenzando por el agua.

Yo le argumenté que además todas las regulaciones europeas crean mayores gastos a unas industrias que ya van con desventaja frente a las importaciones provenientes de los países en desarrollo. Y que por otra parte todas esas leyes, como la de la recogida de residuos, termina en la auténtica merienda de negros que son los "puntos limpios", donde personas sin la menor preparación tienen que discriminar entre multitud de residuos.

Pero es que además, como sugiere el anterior premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, nuestro modelo de crecimiento basado en que el PIB sea cada año mayor, es sencillamente una barbaridad y contradice todo lo que se está diciendo del cambio climático. Si crece el PIB, también crecerá nuestra producción de CO2.

Mientras Markus y yo nos tomábamos una copa me contaba que en Luxemburgo, donde vive, este verano ha sido casi tropical, y que la gente se ha vuelto loca a arreglar sus jardines en los que crecía toda clase de plantas como en un invernadero. Yo le conté las noches a 35 grados.

Luego nos reímos recordando la parábola de la rana y el puchero de agua caliente.

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