lunes, 26 de abril de 2010

Con un iPad...

Hace 10 días tuve la oportunidad de visitar New York y, aunque no era mi intención inicial, no dejé pasar la oportunidad de hacerme con el nuevo capricho de Apple, el iPad. Después de estos días probándolo creo que ya estoy en condiciones de emitir una opinión crítica...

Básicamente, el iPad tiene en su mayor virtud si principal defecto: sirve para todo, pero no es el mejor en nada. El ejemplo más claro de esta rocambolesca característica es la función de lector de ebooks. Después de leer en él repetidas veces puedo afirmar que se puede hacer. Ni cansa la vista ni resulta incómodo y, de hecho, el color y la nitidez se agradecen en la lectura, sobre todo en la de cómics. Ahora bien, creo que si únicamente quieres leer, mejor cómprate un lector de ebooks. Para empezar porque la pantalla del iPad refleja cuando hay mucha luz externa, por lo que leer en exteriores, aunque aún no lo he probado, promete ser incómodo. Además, la tableta se me hace un poco grande como para llevarla encima en el metro o por la calle, cosa que no ocurre con los ereaders.

Otro caso similar es el de la música. El iPad tiene iTunes y funciona perfectamente como reproductor de música. No obstante, no lo cambiaría por mi iPod si estuviese interesado en disfrutar únicamente de esa función. O navegar por Internet, que se sigue haciendo de forma mucho más cómoda en un explorador de un ordenador. Y así podríamos seguir sucesivamente enumerando todas y cada una de las funcionalidades de la tableta de Apple, encontrando otras alternativas que funcionan mejor. El gran pero es que el iPad te permite hacer todas ellas de manera suficientemente buena y en un único dispositivo, y ahí es donde radica su verdadero valor.

Su tamaño y su versatilidad como plataforma de aplicaciones hace de esta máquina un complemento idóneo para la casa. Insisto en dos palabras que he mencionado y no ha sido sin pensar: complemento y casa. No sirve como único ordenador en el hogar, no es un sustituto, sino un dispositivo complementario que aporta otro tipo de ventajas, igual que un iPod Touch tampoco lo es. Y pienso que su sitio se encuentra en interiores, ya que, como ya he comentado, su tamaño y tipo de pantalla harían incómodo su uso fuera.

De hecho, el iPad empezó en mi casa ubicado en el salón y, poco a poco y con el uso, se ha ido desplazando hacia el dormitorio. Ahora descansa sobre mi mesilla y lo uso principalmente desde la cama, donde resulta mucho más cómodo que un portátil. También cabe destacar lo tremendamente útil que es para los viajes (como bien pude comprobar a mi vuelta), dándote acceso a libros, música, juegos, películas (se ven genial, aunque el ya comentado reflejo hace que, cuando sea de noche en el vídeo, uno vea reflejada su gran cabeza en la pantalla) y toda clase de entretenimientos. Qué pena que no viaje más a menudo...

Por último, no querría dejar de mencionar una frase que no sé dónde leí (supongo que en Twitter) y que refleja la gran verdad del iPad: "decir que un iPad no es más que iPod grande es como decir que una piscina no es más que una bañera grande". Y así es; son similares, pero no son lo mismo. Las posibilidades que se abren únicamente modificando la variable tamaño son enormes y a veces hay que poner los dedos sobre la pantalla para darse cuenta.

En resumen, yo estoy encantado con mi nuevo juguete (cómo no iba a estarlo, después de gastarme 400€). No sustituye a mi portátil, pero me sirve de fiel escudero. Tiene sus momentos y ha restado tiempo de uso al ordenador y al iPhone. Además, me ha quitado las ganas de comprarme un ereader (no me acaba de convencer el monocromo) y ha acabado con las disputas en casa por quién usa el ordenador. ¿Qué más se puede pedir?

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