martes, 13 de abril de 2010

Cultura digitalizada

Este es un tema del que ya hemos hablado pero del que nos queda bastante para ponernos de acuerdo, y resulta que la Presidencia Española de la UE decidió que ayer era un buen día para hacerlo, y ademas en la Biblioteca Nacional.

Un tema tratado en la reunión me llama la atención, porque coincide con una conversación que mantuve ayer mismo con mis amigos libreros, (y editores), de Miraguano.

Se trata de la opinión en el sentido de avanzar hacia una fórmula según la cual el lector no pagará por el bien cultural en si, sino por su uso.

Me parece que ese es el corazón del problema ya que efectivamente cuando compramos un bien cultural, un libro, un DVD, un CD, tenemos la sensación, el convencimiento de que estamos comprando ese contenido, que pasa a ser nuestro a cambio de nuestro dinero.

Pero los autores no piensan así, ya que ellos piensan que cuando compramos uno de esos bienes lo que compramos es el uso personal de ese bien y además en ese soporte y solo en ese soporte.

De ello se derivan todas sus quejas sobre la pirateria.

Primera: que copiamos legal pero "injustamente" cuando en la intimidad de nuestra casa pasamos de un formato a otro, (de vídeo a DVD por ejemplo), y por tanto tenemos que "compensar" al autor.

Segunda: que violamos los derechos del autor cuando prestamos la obra que creíamos nuestra, a un tercero.

Tercero: que pirateamos cuando compartimos con desconocidos a través de internet.

La cuestión es ¿si no compramos el bien, porque este es tan caro?

Dice el sr. Bautista que en España el año 2008 hubo 2.400 millones de descargas ilegales, o sea comparticiones ilegales querrá decir.

No se como habrá llegado a esa estupenda cifra, ni que mecanismos de espionaje sobre la red utiliza la SGAE, pero la cuestión sigue en pié: ¿que compramos con nuestro dinero?

También participó Aldo Olcese, presidente de la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, el lobby de las grandes industrias de contenidos para entendernos, y dijo algo interesante.

Olcese se caracteriza por no tener pelos en la lengua y dice generalmente lo que piensa.

No siempre es políticamente correcto.

Esta vez se le escapó una afirmación significativa: "Nos hemos negado a hacer una oferta legal sin una legislación que nos proteja"

Quiere decir, mientras los gobiernos europeos no pasen por el aro y establezcan leyes draconianas contra la compartición, las majors no van a rebajar sus productos ni van a poner en marcha mecanismos de alquiler vía streaming a precios adecuados.

Así que quedamos como estábamos al comienzo de la reunión.

Los autores y las industrias a las trincheras. Los gobiernos a perseguir a los ciudadanos, (¡con la que está cayendo!), y los ciudadanos a pagar, (los escandalosos precios de las majors), o a compartir/piratear, (según la versión de cada cual).

Yo pagué ayer 39 euros por una novela de ciencia ficción. ¿Alguien puede creer que por ese precio no se la puedo prestar a quien me de la gana?

1 comentario:

Unknown dijo...

No estoy yo muy convencido de que la culpa sea tanto de unos gobiernos que no ponen leyes como de unas asociaciones de autores que tratan de proteger un negocio obsoleto...

Efectivamente, cuando uno paga por un libro, DVD o canción en iTunes, está pagando un precio por el valor que supone acceder a ese contenido, no por el contenido en sí. Cada formato contenedor tiene una serie de características físicas inherentes con las que hay que lidiar. Un libro tiene presencia física, se presta y se puede vender más caro; un contenido digital es libre, con mayor facilidad de llegada al consumidor, pero cuesta darle valor añadido que justifique un alto precio.

He preguntado por el uso de las descargas aquí en EEUU y me confirman que sí, que existen, pero que son residuales. No las necesitan: cable, Tivo, Netflix... ofrecen experiencias que ofrecen más valor que las descargas gratuitas (y cobran por ello).

Al final, es un problema de subsidios, no nos engañemos. En Europa es la cultura de pedir ayuda al Estado ante la dificultad; en EEUU el más lento es devorado por la competencia y no pierden el tiempo en lloros. Por supuesto que las mayors piden leyes contra las descargas, pero a la vez ofrecen alternativas que les siguen generando ingresos y pavimentando el camino futuro.