Hoy es mas que necesario comentar una historia que comenzó hace unas semanas con el robo de un furgón de transporte cargado de obras de arte proveniente de unas galerías alemanas en un almacén de Getafe.
Era un robo sospechoso ya que alguien había dejado las llaves del furgón puestas, y en el almacén no había vigilancia.
Las obras en cuestión eran de Botero, Tapies, y Chillida, (y un dibujo de Picasso). Algunas piezas eran cuadros y otras esculturas.
La Guardia Civil sospechó desde el principio de uno de los vigilantes del almacén por lo de las llaves, pero las obras se habían volatilizado y estaban valoradas en 5 millones de euros.
Finalmente en una chatarrería apareció una de las obras. Una escultura de Chillida (de hierro), que los ladrones habían vendido al chatarrero, ¡por 30 euros!, al peso.
Gracias a la rápida actuación de la benemérita se evitó que tan fundamental pieza artística no fuera convertida en tuberías tras pasar por el horno de fundición.
Todo el asunto da para una novela o una película de Berlanga, pero a mi me interesa sobre todo la cuestión de la valoración del arte.
Lo que los expertos habían valorado en medio millón de euros, el chatarrero lo valoró en 30 euros.
Para los ladrones, los cuadros eran cuadros, pero aquel pedazo de hierro, ¿que demonios era?
¿Se habrían equivocado y se habían llevado un trozo de chatarra?
Me imagino la estupefacción del ladrón jefe cuando llegaron los rateros con aquello.
¿Pero que me habéis traído giliposhas?
De todas formas los ladrones no debieron pensar que ninguna de la obras de arte tenían mucho valor ya que todas han sido recuperadas, mientras los rateros han desaparecido, menos el guarda de seguridad que resulta que era un señor con antecedentes penales.
¿Donde contratan a los guardas de seguridad?
Y finalmente la gran pregunta, ¿por qué un trozo de hierro en un museo es una obra de arte valorada en cientos de miles de euros y ese mismo pedazo de hierro en una chatarrería es solo un desecho de obra valorado en 30 euros?
Efectivamente, la diferencia es nuestra estupidez.
lunes, 20 de diciembre de 2010
El valor del arte
Publicado por Antonio Cordón a las 19:41
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