Como decía una de las mas célebres canciones que televisión española envió al festival de Eurovisión, "hay quien maneja mi barcaaa, que a la deriva me llevaaaa".
Ya decíamos hace poco, Zapatero va subiendo por la vía dolorosa camino del calvario y a cada paso le cae un latigazo, una bofetada o un escupitajo.
Las últimas cuarenta y ocho horas han sido de abrigo.
Marruecos, (como era de esperar), ha reivindicado oficialmente Ceuta y Melilla. Los del BCE han obligado a quitarles el subsidio a los parados. Ahora presionan para adelantar la reforma de las pensiones saltándose a la torera el Pacto de Toledo. Wikileaks desvela la vergonzosa relación que guarda el gobierno con la embajada de los USA. Cae una ola de frío de no te menees, y finalmente hay un motín de controladores aéreos propio de una país subdesarrollado.
Y mientras Zapatero se esconde bajo la cama en la Moncloa, sus ministros y hasta el Rey tienen que salir a dar explicaciones.
A mi me han interesado dos cuestiones sobre las demás:
La primera la acción de la embajada, (o deberíamos decir consulado romano), de los USA en la calle Serrano de Madrid en torno a todo el pastel de las descargas.
Me interesa porque si hemos llegado a ser objetivo prioritario de la industria de los contenidos, las famosas majors, es porque la SGAE lleva años acusando a los españoles de ser unos ladrones, y publicando datos de descargas, que por una parte son indemostrables, y por otra son falsos.
En su afán por mantener una posición de privilegio, y por otra de justificar sus rapiñas impositivas, la SGAE nos ha puesto en el escaparate como el gran país de la piratería, lo que es una exageración y una irresponsabilidad.
Y el gobierno, que no se entera de nada, y que está permanentemente buscando atajos para salir de un lío y meterse en otro mayor, ha dado a la SGAE un protagonismo absurdo, que nos sigue poniendo en el disparadero como país, y que conduce a leyes y decretos surrealistas, y que tienen que ser rechazadas por Bruselas.
Los que nos han puesto a la altura de Tailandia en materia de piratería han puesto también al gobierno en una situación de la que solo pueden salir cubiertos de vergüenza.
La segunda cuestión es la crisis de ansiedad sobrevenida a los controladores debido a que se les ha bajado el sueldo de trescientos a doscientos mil euros al año, y ahora quieren ponerles unas poquitas mas de horas.
Ver a estos señoritos y señoritas hacer pucheros y lloriquear por la crueldad del gobierno y de AENA, es verdaderamente un poema.
Parecen decir ¿como nos hacéis esto a nosotros que no molestamos a nadie en nuestros chalets de la Moraleja?
Y luego tienen un líder que tiene una pinta de señorito del Club de Campo que resulta hasta pintoresca, y que se las da de Robin Hood, como si fuese un desesperado proscrito por la justicia, y que se oculta en medio del sarao, dejando a sus seguidores a punto de ser linchados en el hotel Auditorio.
Vaya espectáculo que estamos dando.
sábado, 4 de diciembre de 2010
A la deriva
Publicado por Antonio Cordón a las 18:05
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