lunes, 7 de marzo de 2011

Mi experiencia con el Kindle

Este año, como fui bueno, me trajeron los reyes magos de oriente un Kindle, o sea como todo el mundo ya sabe, el dispositivo de lectura de Amazon.

Vino de los USA directamente y me costó poco mas de 100 euros.

Tardé unas horas en familiarizarme con sus escasos mandos, pero ya se sabe que a partir de determinadas edades cada vez nos cuesta mas comprender reglas de funcionamiento de cualquier aparato, por muy sencillas que sean, y en este caso son muy sencillas.

Luego me planteé comprar mi primer libro, y tropecé con los trámites de la conexión naturalmente, pero los conseguí sortear y accedí vía el wi-fi de mi casa a la gran librería virtual de Amazon, y la compra resultó muy sencilla.

El texto llegó de inmediato y pude empezar a leer.

Como a través de Amazon solo se accede a textos en ingles, pronto encontré una formidable herramienta de ayuda en el diccionario incorporado, cuyo uso me explicó el coautor del blog, mucho mas versado que yo en aparatitos.

Armado del diccionario la lectura en ingles de ciencia ficción, o novela histórica, géneros en los que me he aventurado, mejora considerablemente, ofreciendo una "experiencia de usuario" muy satisfactoria. Era algo que echaba de menos en mis lecturas en ingles, que hasta ahora se centraban en aquellos títulos que no encontraba en castellano, principalmente libros pertenecientes a series que en nuestro idioma quedaban interrumpidas, o cuya traducción se eternizaba. (Es algo que pasa a menudo en la ciencia-ficción donde los editores se enfrentan a un mercado escaso y escuchimizado).

Tras dos meses puedo resumir la experiencia en dos enormes ventajas:

La primera es que se ahorra mucho espacio en casa.

La segunda que en los viajes se ahorra mucho peso.

Respecto a la facilidad de lectura esta es muy correcta. La vista no se cansa y además se puede agrandar el tipo de letra, lo cual nos viene muy bien a los mayores víctimas de la prosbicia.

No me acuerdo de que estoy leyendo en una pantalla y no en la página de un libro.

Por otra parte poder acceder a tantos miles de libros, y que cualquiera lo puedas tener en tu e-book en treinta segundos es sencillamente fantástico.

Respecto a los precios me parecen todavía un poco altos.

Creo que comparar libros de papel con una descarga de bits no es de recibo.

En este sentido me adhiero a la iniciativa de Lorenzo Silva, quien después de despotricar contra las descargas y a favor de la Inquisidora Sinde, ha puesto todas sus novelas en la red a cuatro euros el título. Eso es pensar con la cabeza.

No me los bajo porque ya los he leído (y comprado), casi todos, pero a quienes no le conocéis os lo recomiendo.

En resumen. Yo he encontrado un lugar para mi kindle en mi actividad lectora que es de momento leer libros en ingles, y después libros que quiero leer en castellano pero que no quiero almacenar en mis ya recargadas estanterías.

Reconozco, y lo siento, que no son buenas noticias para mis amigos libreros, pero en mi casa guardo demasiados libros que nunca volveré a leer, y que probablemente tampoco leerán mis hijos y posteriores, (e hipotéticos descendientes).

El e-reader ha venido para quedarse y no hay quien lo pare.

Ni siquiera los editores españoles.

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