Efectivamente, la velocidad de bajada, para que hablar de la de subida, de la banda ancha hispana causa sonrojo, y no solo eso sino que también deja a nuestro país en ridículo cuando fracasan iniciativas como la de bajarse programas de televisión atrasados, que se ha querido copiar aquí a partir del éxito cosechado en el Reino Unido, causando el estropicio inevitable en una red, que se diga lo que se diga, no es de banda ancha.
Creo que la constatación de nuestro apabullante retraso, que nos coloca a la cola de Europa, en esa incomoda compañía de Malta y Grecia, es lo que ha propiciado el cambio de actitud de nuestra CMT, a favor de permitir que Telefónica pueda rentabilizar sus inversiones, (cuando las haga), con el fariséico escándalo de otras operadoras que deberían tener estrategias un poco más airosas que la de convertirse en operadoras virtuales.
La siguiente reflexión viene al hilo de lo explicado por Julio Linares, segundo de abordo de Telefónica, y auténtico líder carismático de la tribu de los telecos, quien basó su disertación en Santander en el incremento de tráfico en las redes, y en como su gestión se ha convertido en el epicentro de la actividad de un operador como Telefónica.
De ese incremento de tráfico tiene la culpa, naturalmente, y como sabemos todos, el tirón de las aplicaciones internet, desde el chateo hasta el P2P, pasando por YouTube y todos sus hijos, y de ese tráfico se benefician principalmente los Google y compañía, sin que (teoricamente), los operadores, sin cuyas redes tales transacciones no serían posibles, se lleven un euro.
Teoricamente, puesto que dichos menesterosos operadores, nos venden, gracias a Google, una conexiones de "banda ancha", a unos jugosos precios que pagamos en "cash", cada mes del año sin faltar uno, los utilicemos como los utilicemos.
Pero no es esa la reflexión. La cuestión puesta de manifiesto por Linares, es que ese aumento espectacular del tráfico, ha supuesto una escalada igualmente espectacular de los costes de la operadora, costes que Google no comparte.
Como viendo las cuentas de los operadores estas no parecen haberse visto afectadas, tenemos que suponer que alguien está pagando la factura.
Parte la pagamos los consumidores como podemos apreciar por las facturas. Pero otra parte la está pagando la industria de las telecomunicaciones, cuyas cuentas adelgazan a un ritmo alarmante sin que estas empresas puedan transferir sus penurias a nadie.
Puede que la tecnología ya no interese, y que no sea un factor diferenciador a la hora de contratar con un operador, pero su ausencia será dolorosa, ya que que yo sepa nada existente la puede sustituir.
A lo mejor la Unión Europea debería nacionalizar los centros de I+D todavía supervivientes antes de que desaparezcan del todo de nuestro territorio, o pronto veremos que la única tecnología de las telecomunicaciones existente será china.
Dependemos de los árabes y de los rusos en materia energética y ahora ¿vamos a depender del imperio celeste en materia de sociedad de la información?
El peligro es cierto, y también cercano, pero ¿puede una comisión europea miope y obcecada con la competencia darse cuenta del peligro?
sábado, 13 de septiembre de 2008
Reflexiones de sábado
Publicado por Antonio Cordón a las 20:35
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