jueves, 25 de marzo de 2010

El mundo de mañana

Remedando el célebre libro autobiográfico de Stefan Zweig "Un mundo de ayer", que yo siempre recomiendo encarecidamente a mis amigos, por su estremecedora descripción de como un mundo aparentemente sólido y duradero puede desvanecerse y convertirse en una pesadilla, me atrevo a deslizarme en las aguas de la analítica global para comentar dos hechos dispares pero, me parece a mi coincidentes.

El primero es el enfrentamiento entre Google y las autoridades del imperio chino, antes llamado el reino celeste, que al igual que hubieran hecho en tiempos de la dinastía Ming, dicen que a ellos lo que diga el mundo les trae al fresco y la libertad de expresión no es tolerada en su vasto territorio.

Nada nuevo porque en China el poder siempre ha sido absolutista, esto no es una cuestión del peculiar comunismo chino.

La otra es el rescate financiero de Grecia, que ha sido acordado esta tarde a pesar de la resistencia de algunos países de la UE.

Lo que une las dos informaciones es la globalidad y el avance del gobierno, (o gobernaza) mundial.

El mundo ha tejido una red tan tupida de relaciones que nadie es ya independiente.

Los gobiernos nacionales se revuelven en sus parlamentos y presidencias pero son impotentes para parar la evidencia.

Dependemos los unos de los otros.

Los griegos han hecho trampas con los números, pero si los dejamos caer el euro se muere.

El gobierno chino se devana los sesos para parar la invasión digital pero la información fluye.

Nunca en la historia se había hecho tan evidente la inutilidad de los gobiernos nacionales y nunca nos habíamos encontrado con crisis realmente globales.

Las tecnologías de la información han creado una realidad que escapa a los moldes de los estados creados en el romanticismo.

Los griegos no tendrían que haber podido hacer trampas.

Los chinos no pueden disfrazar sus trapisondas como meras disputas comerciales.

Si no somos capaces de crear instituciones de gobierno mundial respetadas, pronto veremos como los fantasmas de la guerra vuelven a hacer su aparición.

Si algo nos enseña Zweig es como aparentemente apacibles ciudadanos se convierten en fieras salvajes.

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