jueves, 25 de marzo de 2010

Música en directo

No soy una persona realmente apasionada de la música. Me gusta, pero no la escucho a todas horas y pocas veces me he comprado un disco. Nunca he sido seguidor de grupos (salvo honrosas excepciones), sino más bien me he inclinado por los singles o determinadas canciones que me gustaban, por lo que el formato CD de 12 temas de un mismo cantante no me llama demasiado. Tampoco he ido a muchos conciertos, pero precisamente el fin de semana asistí a uno que me dejó pensando...

Hasta hace no tanto tiempo y durante muchos años, la música sólo se podía disfrutar en vivo. O estabas donde tocaba el músico, o no había manera. En consecuencia, la música era un bien escaso, limitado por la propia existencia física de la garganta del cantante o juglar, que a su vez estaba motivado por el dinero o el estatus social de las clases más poderosas. No todo el mundo tenía acceso a la música y la experiencia debía de ser totalmente distinta a la concepción que tenemos hoy en día.

Con la aparición del disco la música se democratizó, y sus sucesivos hijos (cassette, CD, MP3) no han hecho más que aplanar las barreras de acceso a las canciones. Aún manteniendo el valor del artista, la música en diferido cobró una gigantesca importancia. Me imagino que, acostumbrados a mantenerse al margen de los mejores intérpretes (en muchas ocasiones, desconocidos para la gran masa), el público se lanzó como loco a conseguir aquellas grabaciones inmortales.

También puedo imaginar cómo se demonizó a los discos en su momento, pensando que ya nadie querría ir a ver a los artistas en directo, si se podían disfrutar desde la comodidad y calidad de los sillones de sus casas. Ingenuos. Ni siquiera con los sistemas reproductores de audio actuales se puede sustituir a una orquesta o una banda en directo. La grabación no es más que un mero reflejo, una sombra del sonido analógico del directo. Y gracias a las grabaciones el público ha podido conocer a todos esos artistas, que a su vez puede proliferar y vivir de sus seguidores.

En su momento, las grabaciones tuvieron un gran impacto en la industria de la música: no sólo hicieron surgir una nueva veta de oportunidades de negocio para mucha gente, sino que, en vez de canibalizar el negocio existente, lo potenciaron hasta más allá de lo imaginable. La experiencia del directo es inigualable e inherentemente escasa. Por esto, la gente seguirá pagando por ir a ver a sus artistas favoritos, incluso aunque tenga la alternativa en casa. Porque el negocio, esta en la escasez.

1 comentario:

BE dijo...

iberpiano.com

La música en directo es el latido del alma de cualquier evento. Crea atmósferas mágicas, despierta emociones y convierte momentos en recuerdos imborrables. Vive la melodía, siente la magia.