sábado, 1 de mayo de 2010

La crisis del triple A

Una de las cosas mas interesantes y sorprendentes de la economía digital es la facilidad con que se puede fabricar dinero, siempre que se haga por fuera del sistema de emisión de papel moneda de los estados.

Si un país le da a la máquina de hacer billetes rápidamente salen los mercados y lanzan a la moneda rebelde por el precipicio de la inflación y el descrédito.

Sin embargo, si un banco de inversiones lanza emisiones de bonos todo es perfecto, siempre que dicho banco o el país que lo ampara dispone de del famoso rating del triple A.

Eso es lo que hicieron los cuatro bancos islandeses que durante años estuvieron emitiendo bonos como locos, que otros bancos o fondos de pensiones compraban encantados.

Nadie preguntaba que había detrás de esos bonos y que pasaría si los poseedores exigían su cambio por dinero de verdad.

Nadie preguntaba porque Islandia tenía triple A, y con esa calificación incluso si los depositarios hubiesen reclamado su importe, para los islandeses hubiese sido fácil buscar crédito en otros países.

Que los bancos mencionados emitiesen bonos por valor de decenas de veces los fondos propios era una bobada, no tenía importancia.

El dinero virtual valía igual que el de verdad porque estaba respaldado por la triple A.

Igual hicieron los Lehman Brothers y los demás.

Ahara esos mismos de Moodys y de Standard and Poors están poniendo patas arriba a los países pobres del euro a base de quitarles la triple A, lo que les deja en graves problemas para financiarse.

No es que las agencias de calificación no tengan razón para exteriorizar sus dudas respecto a la capacidad de ciertos países para hacer frente a sus deudas. La tienen.

Es que en esto pasa como en las historias de picaresca.

Un país como Islandia, que vive del bacalao, puede fingirse a base de manipulación y buenas relaciones públicas, un emporio de la banca moderna, y recibir la triple A y con ella el acceso a crédito barato, (hasta que explota la olla y se descubre el pastel).

Y otros tienen que enfrentarse a oleadas de especulación porque no pueden demostrar que son solventes.

Así que ya sabemos.

Si queremos que nos presten tenemos que aparentar ser ricos y modernos.

Como se den cuenta de que somos unos muertos de hambre, no nos darán ni la hora.

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