Como bien demostró Lost el lunes, el mundo del consumo de contenidos en la televisión está cambiando. Cada vez más, el espectador va ganando autonomía y siendo más crítico en lo que quiere ver y cuándo/cómo hacerlo. La falta de tiempo unida a una extensa oferta de ocio hace que el consumidor se tenga que volver muy selecto con lo que ve. Únicamente los contenidos que viven del directo (conciertos, deportes...) y algunos programas que puedan hacer de ruido de fondo en la sala acabarán teniendo sentido en una programación lineal. Prácticamente todo lo demás se consumirá bajo demanda, porque así lo va exigiendo el mercado.
Esta forma de consumir contenidos ha estado tradicionalmente (si así se le pueden llamar a menos de 10 años) ligado a las pantallas de ordenador y visionado individual. Esta situación ha venido fuertemente condicionada por la existencia de conectividad a Internet, principal medio de acceso a dichos contenidos, por lo que los ordenadores fueron las herramientas clave. Ahora, el siguiente paso, es llevar Internet a la televisión, y por ende al salón y consumo familiar, donde se mueven los dineros de verdad.
Para ello Google ha hecho ya su apuesta. Con una propuesta diferente a Apple (AppleTV) y Microsoft (Windows Media Center), el buscador presentó su GoogleTV, como agregador de contenidos para ver en la televisión. La idea es tan simple como útil: una caja de búsqueda en el televisor que permita al espectador encontrar lo que está buscando, en cualquier canal de televisión tradicional o en sitios de Internet como YouTube o Hulu.
Google busca el rol del interfaz, una posición de fortaleza debido a su cercanía con el consumidor. Él es la puerta de entrada, el que elige lo primero que se ofrece al usuario y el que marca las reglas del juego en su pantalla de inicio. Algo que ya ha conseguido en el ordenador, con su archiconocida página principal, y que ahora está tratando de hacer también en el móvil, con Android.
A mí, personalmente, el modelo me despierta varias dudas que no me dejan ver claro su posible éxito. Empezando por la tormenta de acuerdos a los que se va a tener que enfrentar la compañía: fabricantes, productores, cadenas, distribuidoras, particularidades por países, entidades de gestión de derechos, tiendas online, etc. En relación a esto, me pregunto cómo logrará Google ofrecer experiencias decentes en países tan castigados en estas lides como España, donde aún no existe una tienda de iTunes de vídeos o Netflix.
Otro punto que no he logrado esclarecer en mis lecturas es si reconocerá también los archivos localizados en un disco duro conectado al televisor o a la red local de la casa, algo que veo muy necesario. Y también queda conocer si GoogleTV será capaz de ofrecer una buena interfaz visual, que deje de lado el texto, algo fácil de decir, pero muy difícil de hacer. Hay que tener en cuenta que compite contra el arraigado hábito de coger el mando, pulsar un botón e ir cambiando de canal...
No lo acabo de ver claro, aunque sí que intuyo que será un importante paso más hacia el futuro del consumo de los contenidos en el salón. Una interfaz así es necesaria, por lo que no será la única que aparezca en el mercado.
Esta forma de consumir contenidos ha estado tradicionalmente (si así se le pueden llamar a menos de 10 años) ligado a las pantallas de ordenador y visionado individual. Esta situación ha venido fuertemente condicionada por la existencia de conectividad a Internet, principal medio de acceso a dichos contenidos, por lo que los ordenadores fueron las herramientas clave. Ahora, el siguiente paso, es llevar Internet a la televisión, y por ende al salón y consumo familiar, donde se mueven los dineros de verdad.
Para ello Google ha hecho ya su apuesta. Con una propuesta diferente a Apple (AppleTV) y Microsoft (Windows Media Center), el buscador presentó su GoogleTV, como agregador de contenidos para ver en la televisión. La idea es tan simple como útil: una caja de búsqueda en el televisor que permita al espectador encontrar lo que está buscando, en cualquier canal de televisión tradicional o en sitios de Internet como YouTube o Hulu.
Google busca el rol del interfaz, una posición de fortaleza debido a su cercanía con el consumidor. Él es la puerta de entrada, el que elige lo primero que se ofrece al usuario y el que marca las reglas del juego en su pantalla de inicio. Algo que ya ha conseguido en el ordenador, con su archiconocida página principal, y que ahora está tratando de hacer también en el móvil, con Android.
A mí, personalmente, el modelo me despierta varias dudas que no me dejan ver claro su posible éxito. Empezando por la tormenta de acuerdos a los que se va a tener que enfrentar la compañía: fabricantes, productores, cadenas, distribuidoras, particularidades por países, entidades de gestión de derechos, tiendas online, etc. En relación a esto, me pregunto cómo logrará Google ofrecer experiencias decentes en países tan castigados en estas lides como España, donde aún no existe una tienda de iTunes de vídeos o Netflix.
Otro punto que no he logrado esclarecer en mis lecturas es si reconocerá también los archivos localizados en un disco duro conectado al televisor o a la red local de la casa, algo que veo muy necesario. Y también queda conocer si GoogleTV será capaz de ofrecer una buena interfaz visual, que deje de lado el texto, algo fácil de decir, pero muy difícil de hacer. Hay que tener en cuenta que compite contra el arraigado hábito de coger el mando, pulsar un botón e ir cambiando de canal...
No lo acabo de ver claro, aunque sí que intuyo que será un importante paso más hacia el futuro del consumo de los contenidos en el salón. Una interfaz así es necesaria, por lo que no será la única que aparezca en el mercado.
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