En los años treinta, cuarenta y cincuenta del pasado siglo, un escritor americano Dashiell Hammett, escribió un libro de un género que entonces nacía; la novela negra.
El título de la novela era "Cosecha roja", y narraba la lucha de un detective privado por limpiar de gansters, (una palabra nueva por aquel entonces), una ciudad minera en lo profundo de los Estados Unidos.
Hammet escribió una serie de novelas que ningún aficionado al género policíaco puede desconocer y es el padre de Sam Spade el detective al que encarnaría Bogart en "El halcón maltes". También era miembro del Partido Comunista americano en aquellos años de la depresión lo que le valió todo tipo de problemas e incluso su encarcelamiento.
Me he acordado de Hammet al contemplar las imágenes de la marea roja que inunda los campos del oeste de Hungría y amenaza con desembocar en el Danubio.
Los lodos rojos de la fabricación de aluminio son una metáfora de la clase de capitalismo que nos espera si no conseguimos embridar el proceso de globalización y liberalización a toda costa al que parece que estamos abocados sin remedio.
Los procesos de reducción de costes, relacionados también con el vertido de petróleo del golfo de Méjico, son imposibles de evitar si las empresas son dejadas a la merced de la competencia de otras empresas en países en los que no se detienen ante nada, y ante operadores financieros cuyos bonus dependen de la obtención del máximo beneficio al precio y coste que sea.
La sostenibilidad es hoy día tan solo un aditamento supérfluo en la fórmula del éxito empresarial.
Se habla de ella, pero no se toma en serio.
Si un consejero delegado se lo tomase en serio sería despedido de inmediato.
Esa es la realidad.
Los Dashiell Hammett han desaparecido.
Los gangsters ya no son necesarios para que los negocios marchen.
Todos hemos interiorizado que el fin justifica los medios y los que se oponen al sistema lo hacen desde posiciones que o bien son arqueológicas (los sindicatos), o bien son fundamentalistas, (los verdes).
Con las tecnologías que existen para monitorizar el nivel de un embalse o para detectar fracturas en el perímetro de seguridad de un dique no se explica que se puedan guardar océanos de materias tóxicas con sistemas propios de la edad media.
O mejor dicho, se explica perfectamente.
Me gustaría que hubiese hoy un escritor como Hammett capaz de hablar de como hombres íntegros (y a la vez sensatos) se enfrentan con los que carecen de escrúpulos.
viernes, 8 de octubre de 2010
Marea roja
Publicado por Antonio Cordón a las 20:28
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