Europa siempre comienza a sobresaltarse en Francia, y mas concretamente en Paris.
Desde la revolución francesa en 1789, pasando por la revolución de 1848 y por la Comuna de Paris en 1871, el malestar europeo se ha manifestado primero y de forma mas contundente en aquella ciudad, por otra parte tan burguesa y alegre.
Es como si los franceses tuvieran un sensor especial que les avisa cuando las cosas se han torcido de forma importante o cuando ya no se puede aguantar mas.
En mayo de 1968, volvió a suceder, y unas protestas por el cierre de una filmoteca desembocaron en unos días de anarquía, que finalmente cambiaron el rumbo del mundo mucho mas de lo que hubiera podido imaginarse.
Frente a los cambios revolucionarios de 1968, las fuerzas conservadoras lanzaron una contrarevolución cuyos resultados fueron unos años de gran crecimiento económico, y después esta crisis que ahora sufrimos y que ya veremos cuando acaba.
Y una vez mas son los parisinos los que se echan a la calle cuando las medidas anticrisis comienzan a amenazar las bases del estado de bienestar, creadas tras los grandes pactos posteriores a la guerra mundial.
Son ellos los que se han dado cuenta de forma visceral, y no solo intelectual, que los recortes van con ellos, que lo que estamos viendo es el comienzo de un deslizamiento de Europa hacia la desaparición de las clases medias, y el re-establecimiento del antiguo régimen de ricos y pobres que está al comienzo del ciclo de revoluciones comenzado en 1789.
Los jóvenes franceses se dan cuenta que, efectivamente, no van a poder vivir como sus padres, que no van a encontrar empleos estables y bien pagados, y que la riqueza se ha desplazado hacia el este.
No solo se dan cuenta los jóvenes.
Puedo decir que en las conversaciones de sobremesa de los mayores, la situación laboral de los hijos se ha convertido en tema recurrente de conversación, y la frustración de ver a estos jóvenes tan bien preparados y educados trabajar diez horas a cambio de menos de 1000 euros, crece y se amplifica.
No se cual es la solución.
Solo se que hemos mandado a China cientos de miles de buenos puestos de trabajo a cambio de un consumo irracional de bienes baratos y de incrementos enloquecidos de beneficios para satisfacer a la bolsa.
Y también se que los que perpetraron la felonía siguen en el poder.
En los bancos y en las corporaciones.
sábado, 30 de octubre de 2010
Las algaradas francesas
Publicado por Antonio Cordón a las 18:47
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1 comentario:
No tengo mucho tiempo para hacer comentarios (lo intentaré en un futuro próximo), pero que conste que os sigo. Por si acaso os desmoraliza de vez en cuando no tener ningún comentario en algunas de vuestras entradas (que no "posts").
Hasta pronto
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