miércoles, 23 de julio de 2008

Ningun arbol llega al cielo

Es un viejo refrán sueco que señala la imposibilidad de que ninguna empresa de la vida crezca siempre hasta el infinito y que un antiguo, y añorado, presidente de una gran compañía de aquel país repetía cuando a finales de los noventa había gente que pretendía lo contrario.

Lo traigo a colación debido a que ayer, una vez más, se produjo una gran caida en la cotización de las empresas de telecomunicaciones, cuando Arun Sarin, el presidente saliente de Vodafone, presa de un cierto desasosiego, o tal vez queriendo justificar su mal final al frente de esa gran compañía, hizo un retrato en tonos oscuros del futuro que nos espera y mandó a todas las empresas del sector a los mismísimos infiernos.

Analizados los resultados con rigor, no creo que nadie pueda extraer de ellos otra conclusión de que efectivamente el crecimiento ya no es lo que era, por muchas razones, entre ellas el que los ciudadanos se sientan mas cuidadosos en sus gastos de telecos ante la crisis, mas que evidente, que nos rodea.

Pero, ¿quiere eso decir que el futuro de las teleco es sombrio?

A mi me parece que esta industria tiene todavía que escribir páginas gloriosas, pueto que solo estamos en los albores de la sociedad de la información, y queda muchísimo por hacer, tanto en lo que se refiere a desplegar nuevas infraestructuras como a desarrollar servicios y nuevas pautas de vida.

Puede que tengamos que para de vez en cuando a recuperar el aliento y a permitir que los ciudadanos se hagan cargo de los nuevos avances, pero el futuro si es que hay alguno, pasa por estas tecnologías, y no hay que confundir el corto con el largo plazo.

Ahora bién, pretender que trimestre tras trimestre todo serán crecimientos del treinta o del cuarenta por ciento, es una mentecatez, y crear histeria y pánico por que los crecimientos decrezcan, o inclusive porque se decrezca de verdad, es no solo una memez sino una gran irresponsabilidad.

A veces el mercado no lo es todo.

En las telecomunicaciones hace falta un poco de visión de futuro, y si los ejhecutivos de las empresas no lo tienen, o no les está permitido tenerlo, tal vez sea la hora de pensar en una vuelta de lo público. No como antes. Pero tampoco como lo de ahora.

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