Leyendo este artículo, me planteo una interesante duda: ¿qué es lo que se vende realmente? ¿El contenido o el acceso al mismo....?
Me explico con un ejemplo, que es como mejor se entienden las cosas. Si yo compro el DVD de la última película de Indiana Jones, ¿estoy realmente comprando la película? ¿O estoy comprando la capacidad de ver y disfrutar la película tantas veces como quiera en el salón de mi casa?
Pensándolo detenidamente, me decanto más bien por la segunda opción. Lo que se nos ofrece es un servicio que nos permite acceder a ciertos contenidos, aportándonos un valor superior al precio estipulado. Esto ocurre con los DVDs, pero sería extrapolable a la oferta de contenidos a través de streaming o descargas en la Red.
Al final todo se resume en la capacidad de ofrecer un servicio de calidad, que aporte un valor añadido para el usuario. La compartición de archivos a través de Internet va a ser un hecho que va a estar ahí siempre, y no tiene sentido gastar esfuerzos en prohibirlo. El camino que yo entiendo como correcto se asfalta sobre la oferta al usuario, el servicio, no el contenido en sí. Hay que ofrecer a la gente un valor superior a la compartición gratuita, un servicio por el que estén dispuestos a pagar.
Disponibilidad inmediata en streaming, catálogo inmenso, posibilidad de idiomas varios y subtítulos, distintas calidades de imagen y sonido, con o sin publicidad, directamente al televisor, etc. Hay muchas alternativas, que ofrecen un mejor servicio que la compartición entre ordenadores del ripeado de una película.
Sin embargo, al contrario de lo que dice el artículo, no soy partidario del cobro por MB, pero sí de la tarifa plana y del cobro por acceso a contenidos premium. Creo que por aquí pasa el futuro, pero siempre construyendo sobre lo que ya hay, y no derruyendo lo que los usuarios ya han construido.
Me explico con un ejemplo, que es como mejor se entienden las cosas. Si yo compro el DVD de la última película de Indiana Jones, ¿estoy realmente comprando la película? ¿O estoy comprando la capacidad de ver y disfrutar la película tantas veces como quiera en el salón de mi casa?
Pensándolo detenidamente, me decanto más bien por la segunda opción. Lo que se nos ofrece es un servicio que nos permite acceder a ciertos contenidos, aportándonos un valor superior al precio estipulado. Esto ocurre con los DVDs, pero sería extrapolable a la oferta de contenidos a través de streaming o descargas en la Red.
Al final todo se resume en la capacidad de ofrecer un servicio de calidad, que aporte un valor añadido para el usuario. La compartición de archivos a través de Internet va a ser un hecho que va a estar ahí siempre, y no tiene sentido gastar esfuerzos en prohibirlo. El camino que yo entiendo como correcto se asfalta sobre la oferta al usuario, el servicio, no el contenido en sí. Hay que ofrecer a la gente un valor superior a la compartición gratuita, un servicio por el que estén dispuestos a pagar.
Disponibilidad inmediata en streaming, catálogo inmenso, posibilidad de idiomas varios y subtítulos, distintas calidades de imagen y sonido, con o sin publicidad, directamente al televisor, etc. Hay muchas alternativas, que ofrecen un mejor servicio que la compartición entre ordenadores del ripeado de una película.
Sin embargo, al contrario de lo que dice el artículo, no soy partidario del cobro por MB, pero sí de la tarifa plana y del cobro por acceso a contenidos premium. Creo que por aquí pasa el futuro, pero siempre construyendo sobre lo que ya hay, y no derruyendo lo que los usuarios ya han construido.
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