viernes, 12 de septiembre de 2014

El nacionalismo se desborda

Y no me refiero al catalán solamente. Es en general. Una oleada de irracionalidad recorre Europa al socaire de la crisis de futuro del continente que un día gobernó el mundo.

Las raíces de este auge de barretinas y kilts no creo que haya que buscarlo solamente en el recuerdo de las hazañas de Braveherat o Casanova, sino mas bien en miedo oscuro de unas clases medias que creen que en base a las supuestas riquezas de su "comunidad", van a poder evitar el futuro de decadencia del estado del bienestar que amenaza a los estados a que pertenecen.

Tanto escoceses como catalanes piensan que ellos por su cuenta van a poder salir de la crisis mas deprisa o simplemente con mayor eficacia si se desprenden del peso de los ciudadanos de otras comunidades del país a quienes consideran un "peso muerto".

Es la misma historia de la Padania italiana, e incluso de la Baviera alemana.

Los ricos abandonan a los pobres a su suerte. (O eso creen ellos).

Cuando se hacen llamamientos a la cordura no se comprende que lo que está por debajo de estos movimientos es el miedo. Y el miedo es un sentimiento poderoso.

En otros lugares ese miedo se manifiesta votando a la extrema izquierda o a Podemos, aunque en este último caso creo que se trata mas bien de la desesperación lo que lleva a la gente a votar una opción tan inverosimil.

Y del miedo al odio somo hay una ténue película de separación.

No se como acabarán los procesos catalán o escoces. Lo que si creo que puede augurarse es que nada volverá a ser como antes.

Las patologías sociales dejan una huella indeleble en el imaginario colectivo  y también en la mente de cada persona individual.

Vale que en España a casi nadie le preocupa lo que puede ocurrir a un país que muy poca gente considera importante defender, o en el que se confunde constantemente el interés general con el interés particular de modo que se llega a considerar a un gobierno como el enemigo por encima de cualquier otro enemigo.

Vale que a lo mejor efectivamente España es un país moribundo y que lo mejor que podríamos hacer es emigrar.


Vale que efectivamente vemos el futuro colectivo y particular con aprensión.

Pero esta actitud de bajarse del barco en plena tormenta para salvarse sin tener en cuenta a los demás, resulta muy antipática y despreciable.

Dan ganas de decir ¡iros a la mierda y no volváis por aquí!

Y en realidad creo que es lo que casi todos pensamos.    

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