miércoles, 17 de septiembre de 2014

Los escoceses y las gaitas

Mañana se pronuncian los escoceses sobre su secesión del Reino Unido.

Que contento estará Sean Connery, quien después de encarnar al prototipo de héroe británico durante años, se reveló como un ferviente partidario de la independencia. Eso si contemplada desde la distancia de las Bahamas o Marbella.

Cuando los escoceses no tenían petróleo, eran los ingleses los que se quejaban de los subsidiados escoceses. Ahora las tornas han cambiado.

Las relaciones entre Escocia e Inglaterra no han sido fáciles. (Recordemos Braveheart, Rob Roy, la ópera Maria reina de Escocia, etc.).

Pero los escoceses han luchado en todas las guerras del imperio, donde han dejado una impronta indeleble, y no se los veía que fuesen a la fuerza.

Luego el Reino Unido tiene sus cosas. Por ejemplo la liga de futbol, que cada cual tiene la suya, y su correspondiente selección. Y el torneo de las no se cuantas naciones de rugby, (antaño las cuatro naciones), donde los escoceses se partían la cara con los ingleses después de cantar su himno en el que tachan a sus vecinos de déspotas y sanguinarios.

O sea que los escoceses siempre han mantenido una personalidad separada, y a menudo conflictiva con los ingleses, pero luego a la hora de la verdad se han juntado para luchar contra terceros.

La policía escocesa no "reporta" a Scotland Yard, (a pesar del nombre), como puede apreciar cualquiera que lea las novelas de Ian Rankin y otros autores escoceses, y aunque hablan todos el mismo idioma, los escoceses lo hacen con un acento de lo mas peculiar.

Francamente no se en que puede mejorar la vida de los habitantes de Glasgow o Edimburgo el hecho de que pertenezcan a un país separado del reino Unido.

Si se separan de la libra, que tendrían que hacerlo, van a cambiar unas costumbres ancestrales por algo nuevo, pero por lo demás allí va a seguir lloviendo, van a seguir comiendo potajes y salchichas, la cerveza sabrá igual, y ya no tendrán a nadie a quien echarle las culpas cuando algo vaya mal.

Dentro de la UE, Escocia será un pequeño país irrelevante, y en el mundo una curiosidad turística.

La explosión de júbilo colectivo durará unos meses y luego volverán las rutinas.

El obeso tendrá que ponerse a régimen, el calvo colocarse el peluquín, el joven buscar trabajo, y el jubilado venirse a la costa española a cocerse en líquidos variados.

Solo un pequeño grupo de personas, los que hoy están en el partido independentista, conseguirán unos trabajos con los que nunca podrían haber soñado: diplomáticos, altos funcionarios, y chupópteros varios.

A lo mejor Sean Connery es nombrado director del espionaje escoces.

Espero que demostremos en esta cita de mañana que la sensatez es más poderosa que el patrioterismo.

Si no es así ya podemos prepararnos.

Todos.    

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