martes, 30 de septiembre de 2014

¡Otra necrológica!

Desde que dimitió/abdicó el Rey Don Juan Carlos, la clase dirigente del país está que no levanta cabeza.

Botín, Isidoro, y ahora Boyer.

¡Que buenos ratos nos hizo pasar Boyer!

Su idilio con Isabel Preysler es, desde luego, el episodio más pintoresco y paradigmático de la Transición. Y su pelea con Ruiz Mateos, el comienzo de todos nuestros males.

Ni lo uno ni lo otro son en si nada fuera de lo común, pero fueron el símbolo primero de la corrupción moral de la izquierda, y lo segundo el inicio de su corrupción material.

Boyer era de buena familia, de la aristocracia republicana, y por tanto que se relacionase con Isabel Preysler, por entonces una mujer bellísima, no era algo extemporáneo, es decir no era lo mismo que cuando los socialistas sevillanos comenzaron a relacionarse con chicas del barrio de Salamanca.

Boyer ya estaba en ese mundo antes de entrar en la política.

Y lo de Rumasa era una estafa piramidal basada en captar ahorro en función de dar altos intereses a través de los bancos del grupo para financiar la expansión descontrolada del mismo a base de comprar empresas al borde de la quiebra. Todo a la espera de que estas empresas mejoraran milagrosamente y se pudiese tapar el agujero patrimonial que se estaba creando en los bancos.

El problema es que cuando el estado se mete en la economía, hay que ir con pies de plomo, por ejemplo como se ha ido en la "nacionalización" de las cajas de ahorros que acabamos de vivir.

Pero entonces estas cosas no se sabían y se entró como elefante en cacharrería arramplando con todo.

Eso creó dos problemas: el primero el justiprecio que había que pagar a Ruiz Mateos, un tema que todavía colea. El segundo que hacer con tantas empresas ruinosas.

El proceso de venta de las mismas generó la primera gran oleada de enriquecimientos súbitos de la democracia y el inicio del convencimiento de mucha gente de que había que dejar los escrúpulos fuera y trincar de donde fuese.

Eso mató al PSOE que nunca e recuperó. (Luego vinieron Filesa y Malesa y Roldan.....).

Si solo se hubiesen intervenido los bancos de Rumasa, el problema se hubiese resuelto de otra forma, y las empresas se hubiesen tenido que cerrar o vender desde la iniciativa privada y la Historia de España no hubiese sido igual.  (Ahí los banqueros tuvieron un papel esencial porque fueron ellos los que empujaron a Felipe González y Boyer a actuar contra Ruiz Mateos con todo el poder del estado. Luego Botín utilizaría la fórmula de la alta remuneración en la "supercuenta").

Pero Boyer también acometió la llamada reconversión industrial limpiando España de los cadáveres que había dejado por todo el mundo la crisis del petróleo, y a base de devaluaciones consiguió terminar con aquella crisis y preparar el país para un nuevo ciclo de crecimiento. (Lo que ahora está intentando hacer Rajoy, pero desde el poder de devaluar y controlar la política monetaria).

Como era un hombre ilustrado y sabía lo que había que hacer enseguida chocó contra Alfonso Guerra, que era quien se encargaba de la maquinaria electoral, y sobre todo con ese hombre fatídico para nuestra Historia que se llamaba Nicolás Redondo, el líder de la UGT.

Entre Guerra y Redondo acabaron con Boyer, con la ilustración socialista, y con la racionalidad económica.

Luego Boyer se instaló en el mundo de los consejos de administración y en la Fundación FAES, que le dio cobijo en el aspecto que más lo necesitaba o sea en el de la soberbia intelectual.

Con todo, Miguel Boyer fue un hombre de gran capacidad intelectual, muy brillante en el ejercicio profesional desde muy joven, y el que otorgaba la credibilidad internacional al primer gobierno socialista.

Con él nos sentíamos todos un poco más listos.

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