Dentro del colectivo periodístico hay un grupo particularmente vil y despreciable: la prensa deportiva.
No solo hablan siempre a voces y con grandes risotadas, sino que han copiado de las hienas de la "prensa rosa" la técnica de responder por los entrevistados introduciendo en la pregunta los términos de la propia respuesta.
Otra de sus funestas invenciones es la de la anticipación, un modo de llevar siempre la "actualidad" al terreno del futuro, que es donde se sienten más cómodos estos berzotas.
En efecto, en el futuro todo es posible y así nuestros deportistas son siempre "invencibles" e imbatibles en las citas por llegar.
Como "nuestros" deportistas son siempre unos héroes homéricos cuyo poderío es indiscutible, y todos los demás son inferiores por el mero hecho de existir al lado de los "nuestros", el futuro siempre es el mejor de los mundos posibles.
Cuando la realidad frustra sus deseos y anhelos, "es una mala noche, tarde, mañana...que no empaña el brillo inmarcesible de una carrera sin igual".
Y apenas termina el espectáculo, sea cual sea el resultado, ya comienzan a jugar el siguiente partido, campeonato, mundial o lo que sea, el el cual la victoria no se nos puede escapar.
Si acaso se busca el consabido chivo expiatorio, que bien puede ser el presidente de la federación de turno a pesar de que no haya jugado partido alguno, y a seguir voceando y hablando deprisa, como si se tuviese algo muy importante que decir.
Cada noche estos mamelucos llenan las emisoras de radio con sus urgencias y sus bravuconadas y sus anuncios de "exclusivas" que no son mas que mentecateces en la mayoría de los casos y en otras incursiones en el terreno de crear polémicas artificiales, buscar secretos banales o descubrir alguna intimidad vagamente escabrosa.
Las hilarantes experiencias vividas en el campeonato de fútbol de Brasil y ahora en el mundial de baloncesto de Madrid, donde hemos "jugado" docenas de finales virtuales, cuando no habíamos ni empezado a competir, las "profecías" y "análisis" supuestamente eruditos, las estadísticas espúreas y otras fantasmadas no servirán para callar la bocaza de esta ralea de hienas y buitres que se dicen periodistas.
Lo bueno es que tales fanfarronadas y bufonadas gozan de una enorme audiencia que escucha embobada la beatificación de los deportistas patrios, transformados en encarnaciones de todos nuestros deseos de ser alguien en el mundo y nuestros complejos de inferioridad.
A mi lo que mas me fastidia es el aire de suficiencia con el que hablan, como se jactan de su ignorancia, y lo que más que siempre hablan deprisa y a grito pelado.
Me gustaría poder condenarlos a pasar unos años en un monasterio cartujo, para que en el silencio reflexionaran sobre su ignorancia y meditaran sobre el mal que causan en un país tan ignorante como el nuestro.
jueves, 11 de septiembre de 2014
Pieles de osos y otras zarandajas
Publicado por Antonio Cordón a las 13:59
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