domingo, 31 de enero de 2010

El IPad y el adios de Salinger

Como todo el mundo habla del IPad me parecía que yo también debía decir algo acerca de esta nueva versión de los dispositivos tableta, que aunque parezca mentira tienen ya una larga historia de fracasos.

¿Será diferente en esta ocasión?

Con unos portátiles cada vez mas pequeños y unos teléfonos cada vez mas versátiles, ¿existe un espacio intermedio?

Parece que la respuesta está en el para qué.

Si los portátiles son para trabajar, y los móviles son para comunicarse, los tabletos son para el entretenimiento. (¿Por qué en femenino?).

Steve Jobs en una entrevista se adelanta a la pregunta de para que sirve y nos cuenta que pasó un viaje entre USA y Japón viendo vídeos. Y que la batería aguantó. Pues que bien.

Entiendo que el tableto canibaliza los lectores digitales, aunque son mas pequeños, y puede ser una alternativa a las blackberries, aunque es mucho más grande.

Entiendo que está muy bien para ver una película en un vuelo y no tener que pelearnos con los sistemas de abordo.

Entiendo que los periódicos se puedan plantear vender ediciones digitales en un formato personalizado.

Entiendo que la pantalla sea muy atractiva para los vídeo juegos.

Lo que no se es si todo eso es suficiente como para llevar otro cacharro en el maletín cuando uno se va de viaje, y si está en casa, ¿no es suficiente con el ordenador?

Y otra cosa, ¿500 euros y hasta mil?

Me parece que en este asunto, los fabricantes de aparatitos están demasiado adelantados respecto al mercado de los contenidos, que en lugar de pensar en el futuro de sus relaciones con el mercado y sus clientes está peleándose por conservar un pasado perdido.

Porque me parece que el futuro de estos aparatos está ligado a una oferta rica y accesible de contenidos, y a lo que podríamos definir como la apoteosis del paradigma Holden Caufield, el protagonista de El Guardian en el Centeno, el personaje que desea huir de todo y todos para recluirse en un lugar remoto, y no tener que hablar de tonterías con nadie.

El tableto nos permite recluirnos en Cornish, New Hampshire, como a Salinger y pasar toda nuestra vida recluido en sola comunicación con el mundo virtual.

Pero, ¿no es ya demasiado el tiempo que dedicamos al entretenimiento digital?

¿Cargar con otro aparato, sus cargadores, y cables?

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