viernes, 22 de enero de 2010

Nadie se da cuenta de nada... o yo veo fantasmas por todas partes

Cuando a mediados de los años noventa se comenzó a hablar de outsourcing me di cuenta que los días de las fábricas en España estaban contados. Yo pensaba en las de telecos como la que tenía Ericcson en Leganes o la que tenía Standard en Toledo, y las veía vulnerables, pero cuando lo comentaba con el director de Leganes éste (ya fallecido y del que guardo extraordinario recuerdo), me aseguraba que eso no ocurriría.

Cuando los precios de las casas comenzaron a subir como la espuma yo pensaba y decía que eso no podría durar. Todo el mundo me aseguró que los precios de los inmuebles "nunca" bajan.

Cuando en el curso del master que realicé en el IESE en 1999 yo afirmaba que la bolsa había perdido el rumbo con respecto a las industrias TIC y que era una estafa pagar lo que se pedía por las acciones de simples portales, había quien me miraba con conmiseración y otros con franco desprecio.

Cuando en una conferencia sobre inmigración el ponente se felicitaba de que España fuese el segundo país del mundo en recepción de personas, yo me llevaba las manos a la cabeza, y el continuaba diciendo que todavía harían falta otros tantos.

Ahora pienso y digo que hay que poner freno al crecimiento de población y que las ONG están actuando a la contra de ese principio, y volvemos a las andadas.

No creo que sea ningun analista especialmente agudo por pensar que la extensión de la población por todos los espacios vírgenes que aún quedan, la deforestación, o la creación de ciudades miseria con millones de personas amontonadas, sea una catástrofe.

Y tampoco me parece muy dificil encontrar una serie de relaciones entre la acción de la ayuda internacional al tercer mundo y el incremento desmesurado de la población en éste.

Me referiré a cosas que yo he visto:

En el desierto del Namib (y en el Kalahari) viven los pueblos Nam (las personas).

Viven allí desde mucho antes que llegasen los blancos y también los negros, (ellos son mas bién café con leche y tienen ojos rasgados y pequeña estatura).

Los Nam son (eran) nómadas que vivían en simbiosis con la naturaleza manteniendo un control de población relacionado con la intensidad de las lluvias y la correspondiente existencia de alimentos.

Hoy son receptores de ayuda internacional. Tienen comida asegurada. Reciben ayuda sanitaria. Medicinas.

Resultado: la población sedenterizada crece e incluso gracias a los programas de créditos agricolas se convierte en labradores que se mezclan con otras etnias de la zona.

En Zimbaue, la misma historia, niños por todas partes. Aldeas que se superponen unas a otras. Ayuda internacional especializada en la infancia crea escuelas donde se da de comer a los niños. Tener más niños se convierte en un incentivo económico.

La acción de las ONG está creando una sensación de abundancia (relativa) en zonas donde tener muchos hijos es considerado como un símbolo de prosperidad.

La sanidad y atención especial a mujeres y niños que practican muchas ONG (seguramente con razón) es otro factor multiplicador del problema.

La compasión está muy bién, pero ¿que clase de mundo vais a ver los jóvenes cuando la población llegue a 20.000 millones?, ¿Y después?

En Asia, con la excepción de Japón y China, las familias tiene los hijos por docenas. Gracias a los cuidados médicos la mortalidad infantil incluso en los barrios de barracas ha descendido dramaticamente.

Hay que ver las concentraciones de prostitutas en Tailandia o en Brasil para comprender a donde van a parar niñas y niños.

Hay que ver los cayucos llegando a las costas europeas para comprender que los niños nacidos gracias a la ayuda internacional se hacen mayores, y en sus pueblos no existen recursos para alimentarlos.

Hay que ver lo sucedido en Haiti para compreder que es necesario reconocer que dejar a las ONG intervenir a su aire en el sistema económico del mundo subdesarrollado está distorsionando todas las reglas antiguas y rompiendo los (crueles) equilibrios, pero no está reemplazándolos por una nueva cultura responsable y consciente de la necesidad de sobrevivir en un medio finito.

A los gobiernos y a las empresas con programas de RSC les viene estupendo la existencia de las ONG porque todo lo resuelven con dinero, pero nadie está pensando ni en el conjunto ni en el largo plazo.

Me pregunto cual será el futuro de todos esos niños que están naciendo gracias a la ayuda internacionl en Gaza, en Afganistan, en Zimbaue y Namibia, en Filipinas y en Bangla Desh.

En las favelas brasileñas y peruanas, en las villas miseria de Argentina y Méjico.

Y también en Madrid y Paris.

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