He estado leyendo estos últimos días el libro "El crash de 2010" escrito por Santiago Niño Becerra, que es catedrático de Estructura Económica en la Universidad Ramón Llull de Barcelona.
El libro es categórico: en 2010 va a comenzar una gran depresión, solo equiparable a la del 29, que va a durar 10 años, y cuyos años peores serán los primeros de esta década que ahora comienza.
Lo malo de hacer predicciones tan contundentes es que no se suele acertar, porque aunque el análisis del profesor Niño Becerra sea acertado, y yo creo que lo es, el mundo entero y sus instituciones están trabajando en sentido contrario, y eso hace que incluso lo evidente tarde en suceder.
¿Que es eso tan evidente?
Dice D. Santiago, que es de mi quinta, que la salida a la crisis sistémica del 29 fué la de crear demanda, a cualquier precio, y que esa fórmula se ha ido incrementando desde entonces cada vez que el sistema se ha "gripado".
Dinero público y deuda han ido alimentando una bola de consumo sin límites, que finalmente se ha venido abajo, cuando el nivel de endeudamiento de países y familias ha llegado a un extremo insostenible.
Dice también que los recursos naturales, empezando por el petróleo no soportan el ritmo de consumo al que los hemos sometido, y que estamos despilfarrando mas que consumiendo.
Y dice también que pensar que se puede crecer hasta el infinito es una bobada.
Yo estoy de acuerdo en las tres afirmaciones y como decía en el post anterior así lo he manifestado cada vez que tenía la ocasión, ya fuese el asunto Terra, como el precio de la vivienda, como el crecimiento de la población.
Pero la maquinaria de la ilusión en que se ha convertido el capitalismo de casino y el deseo, o necesidad, de tirar para delante que se vive en los "corporate boards" de las grandes empresas, conduce siempre a tratar de inventar algo nuevo que retrase la explosión de la gran burbuja.
Dice Galbraith, (tambien niño Becerra es seguidor del gran economista americano), que habrá siempre burbujas mientras haya alguien que se crea suficientemente listo como para creer que ha encontrado el sistema infalible para hacer crecer el precio de algo, y despues los demas también nos creamos que efectivamente lo ha inventado.
Si ha ocurrido con las hipotecas basura y los productos derivados basados en creer que dichas hipotecas, los seguros sobre ellas, y sobre todo el precio "siempre" al alza de los inmuebles, puede suceder mañana con cualquier otro bien.
Lo malo es que estas operaciones necesitan de la máquina del crédito que anda hoy muy lenta como consecuencia de la enorme deuda (incobrable) que tiene al sistema financiero en un sin vivir.
Dice Niño Becerra que estamos ante un auténtico fin de época, y que ahora toca ir a menos, despues de ochenta años de ir a mas.
Eso coincide con los ecologistas que piden un de-crecimiento, (y no un crecimiento sostenible).
Pero en la economía no hay nada seguro cuando se mira hacia adelante. Siempre se acierta explicando lo que ha pasado.
Y el capitalismo actual no tiene nada que ver con Adam Smith.
Que se lo pregunten a la industria discográfica, que después de varios años de bajada de ventas sigue sin reducir el precio de sus productos. (¿Pero no dice la ley de la oferta y la demanda que ante un desequilibrio el mercado se ajusta solo?).
Yo cuando la burbuja punto com creía haberlo visto todo. Pero esto de las hipotecas me ha superado.
Dice Niño Becerra que es lo último.
Habrá que verlo.
martes, 26 de enero de 2010
Fin de época
Publicado por Antonio Cordón a las 12:56
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