
No obstante, parte de razón tienen en Microsoft y Sony. A falta de ver los números exactos, no creo que las ventas de estas dos compañías hayan disminuido, sino todo lo contrario. El punto es que Nintendo consiguió destapar un océano azul, generando valor y apropiándose de él. Es decir, amplió el mercado, la base de clientes potenciales, y vendió a una serie de usuarios previamente ignorados por las otras empresas.
Pero del gráfico se pueden obtener otras conclusiones, como la relevancia de las consolas portátiles, de las cuales se han vendido casi un 50% más que de las de sobremesa. Y es que la Ley de Moore ha permitido que cada vez sea más común que cada uno de nosotros lleve una maquinita en el bolsillo, ya sea teléfono móvil, reproductor multimedia o videoconsola. El futuro próximo pasa por la convergencia, haciendo indistinguibles todas estas tipologías y haciendo competir a empresas que pocos años atrás tenían negocios claramente diferenciados.
El negocio de las videoconsolas y videojuegos está en auge, por encima del vídeo y la música (no digamos ya del texto). Como todo mercado en expansión, el número de clientes potenciales se incrementa, junto con la cantidad de oportunidades de negocio, atrayendo numerosos participantes. Microsoft y Sony se han llevado esta vez un susto desde un rival con el que no contaban, pero la verdad es que en la próxima batalla de esta guerra tendrán que competir en muchos otros frentes y les sería mejor que no dieses a ninguna compañía por muerta antes de tiempo.