jueves, 22 de mayo de 2008

En Bruselas (I)

Hay mucha gente que cree que eso de Bruselas es un cuento y que nada ha cambiado, es decir que seguimos gobernados por los políticos que en cada país encarnan el gobierno. En parte es así, pwero solo en parte porque en aquella ciudad centroeuropea avanza la influencia del parlamento europeo, (750 diputados), y de la comisión europea, y del banco central europeo y de innumerables instituciones que van tejiendo una red cada vez mas tupida, que al final nos envuelve y nos condiciona.

A nadie le parece mal, o mejor dicho le parece anormal, viajar por el territorio Schengen sin tener que utilizar el pasaporte, y el euro nos parece lo mas normal del mundo, y la mezcla de idiomas y de pareceres es corriente. En conversaciones multinacionales, propias de las instituciones europeas, cualquiera puede darse cuenta que los problemas de un ciudadano de Paris y de otro de Madrid son no ya parecidos, sino que son directamente los mismos, y que llevamos la misma ropa, comprada en las mismas cadenas, y que comemos cosas muy parecidas.

Y ahora llega el turno de igualar los servicios de telecomunicaciones. En el aereopuerto de Bruselas, un anuncio recibe a los viajeros, es de Vodafone y se llama pasaporte Vodafone, y dice que a partir de ahora las llamadas cuestan lo mismo se hagan desde donde se hagan.

Puede parecer una tonteria a los que no viajan, pero a toda esa multitud de personas que van a Bruselas continuamente esta es la respuesta a una perplejidad que no tenía sentido, es decir porque había que pagar mas por llamadas simplemente hechas desde otra ciudad de la Unión.

Si una llamada vale igual en Madrid que en Barcelona, ¿que razón hay para que sea mas cara en Toulouse, o en Bruselas?

Efectivamente no hay ninguna.

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