Vaya por delante que yo no viví en época de censura en nuestro país. Afortunadamente la democracia nunca ha permitido que la padeciese en mis carnes y espero que así continúe durante muchos años. Pero el pasado miércoles sentí una profunda mezcla de indignación y atropello al observar la manipulación de la realidad que TVE trató de llevar a cabo durante el partido de Copa del Rey. Y digo intentó, porque no sé si alguien realmente se creyó ese vídeo que emitieron durante el descanso, adecuadamente tergiversado: sonido ambiente disminuido al mínimo, un par de planos de la misma persona "cantando" el himno con orgullo y la orquesta sonando por encima de todos.
Para suerte nuestra vivimos en una sociedad plural, con distintos caminos hasta la información. Así, no tardó en ponerse en tela de juicio a través de diferentes medios la patraña que nos habían intentado "colar" desde la televisión estatal. Todo el país se dio cuenta, y TVE no tardó en argumentar que se trataba de un error humano. Sí, efectivamente, el error vino del que dio la orden de arriba de censurar la pitada al Rey. No obstante, y con el Director de Deportes de la cadena destituido (una cabeza de turco, dudo mucho que el haya tenido responsabilidad real alguna), desde TVE se sigue insistiendo en el desafortunado error y sus lamentables consecuencias. Sí, ya.
Lamentable es que en el ocaso del primer decenio del siglo XXI, en un país que trata de ser serio y aspira a estar entre los grandes, la televisión del estado trate de censurar la realidad y manipular al pueblo, queriendo hacernos creer que catalanes y vascos viven felices en el Estado español. De vergüenza es que piensen que este tipo de acciones se pueden realmente llevar a cabo en una sociedad de la información y que nadie lo va a notar, como si viviésemos en plena dictadura. Aún peor es el hecho de que la encargada de este ultraje haya sido la televisión pública, la de todos, la que recibe medio centenar de millones de euros de nuestros impuestos. Si hubiese sido una cadena privada, comúnmente partidistas, aún tiene un pase. Pero a mí no me gusta pagar para que me engañen.
Me preguntan por qué me enfado tanto por este hecho y es que me parece muy grave. Día a día leo cómo unos y otros intentan de alguna manera controlar Internet o cortar el intercambio libre de información, y no puedo dejar de pensar en la cantidad de libertades y democratización del conocimiento que nos ha traido la Red. La realidad es que los Estados viven más felices cuando sus pueblos saben menos o, mejor aún, saben lo que a ellos les interesa. La llegada y expansión de Internet ha reventado en gran medida esas posibilidades de manipulación, de ahí muchos de los esfuerzos en su contra. La prueba es, que en televisión, como pueden, sí que lo hacen.
Y claro, este tipo de sucesos despiertan las dudas de siempre. Muy bien, esta vez os hemos pillado, pero ¿cuántas veces más nos habéis manipulado y no nos hemos percatado?
Para suerte nuestra vivimos en una sociedad plural, con distintos caminos hasta la información. Así, no tardó en ponerse en tela de juicio a través de diferentes medios la patraña que nos habían intentado "colar" desde la televisión estatal. Todo el país se dio cuenta, y TVE no tardó en argumentar que se trataba de un error humano. Sí, efectivamente, el error vino del que dio la orden de arriba de censurar la pitada al Rey. No obstante, y con el Director de Deportes de la cadena destituido (una cabeza de turco, dudo mucho que el haya tenido responsabilidad real alguna), desde TVE se sigue insistiendo en el desafortunado error y sus lamentables consecuencias. Sí, ya.
Lamentable es que en el ocaso del primer decenio del siglo XXI, en un país que trata de ser serio y aspira a estar entre los grandes, la televisión del estado trate de censurar la realidad y manipular al pueblo, queriendo hacernos creer que catalanes y vascos viven felices en el Estado español. De vergüenza es que piensen que este tipo de acciones se pueden realmente llevar a cabo en una sociedad de la información y que nadie lo va a notar, como si viviésemos en plena dictadura. Aún peor es el hecho de que la encargada de este ultraje haya sido la televisión pública, la de todos, la que recibe medio centenar de millones de euros de nuestros impuestos. Si hubiese sido una cadena privada, comúnmente partidistas, aún tiene un pase. Pero a mí no me gusta pagar para que me engañen.
Me preguntan por qué me enfado tanto por este hecho y es que me parece muy grave. Día a día leo cómo unos y otros intentan de alguna manera controlar Internet o cortar el intercambio libre de información, y no puedo dejar de pensar en la cantidad de libertades y democratización del conocimiento que nos ha traido la Red. La realidad es que los Estados viven más felices cuando sus pueblos saben menos o, mejor aún, saben lo que a ellos les interesa. La llegada y expansión de Internet ha reventado en gran medida esas posibilidades de manipulación, de ahí muchos de los esfuerzos en su contra. La prueba es, que en televisión, como pueden, sí que lo hacen.
Y claro, este tipo de sucesos despiertan las dudas de siempre. Muy bien, esta vez os hemos pillado, pero ¿cuántas veces más nos habéis manipulado y no nos hemos percatado?
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